El Nacimiento de la Virgen
Hacia 1642. Óleo sobre lienzo, 180 x 122 cm. No expuestoJusepe Leonardo, nacido en Calatayud en 1601, pasó pronto a Madrid, siendo discípulo de Pedro de las Cuevas y viviendo en su casa entre 1616 y 1621. En 1635 colabora en la decoración del Buen Retiro, estando en contacto continuo con los pintores y las colecciones de la corte, advirtiéndosele especialmente el influjo de Velázquez. Su sensibilidad de refinado colorista le hace uno de los artistas más interesantes de su generación, cuya carrera aparece desgraciadamente truncada por la locura ya a mediados de los años cuarenta, muriendo internado en el Hospital de Zaragoza en 1656. Son pocos los datos que conocemos de este cuadro. Se sabe que fue adquirido para el Museo Nacional de la Trinidad en 1864, por Real Orden de 17 de mayo del mismo año, y que costó diez mil reales. Con la desaparición de este museo pasó al Prado.
Se ha fechado a principios de los años cuarenta, es decir, en la época de mayor madurez del artista, constituyendo, sin duda, una de sus mejores obras. Así lo demuestran su incipiente dinamismo, su naturalismo y la perfección de su ejecución. Desde un alto punto de vista, el autor crea una amplia perspectiva que se resuelve en tres planos de diferente profundidad, para lo cual crea un tratamiento lumínico diferenciado en cada uno de ellos y especialmente conseguido. El primer grupo forma una especie de circunferencia que, junto a una iluminación más intensa, sirve para resaltar a la Virgen niña, destacando así el culto a la devoción mariana que tan intensamente vivió el siglo XVII español. En un segundo plano se encuentra Santa Ana todavía en el lecho mientras, al fondo, la aparición de San Joaquín a contraluz, por una puerta que se convierte en otra fuente lumínica, ha hecho pensar en una posible influencia para la composición de Las Meninas de Velázquez. Leonardo demuestra sus dotes de colorista con unas gamas vivas y brillantes, aplicadas con una pincelada gruesa y suelta, sin descuidar por ello la calidad del dibujo, creando unas figuras de acertados escorzos y cuyas cabezas, de especial belleza, han sido justamente destacadas y atribuidas a influencia velazqueña. Tampoco desdeña el autor los detalles naturalistas que dan a la escena un aire de cotidianidad muy conseguido. De estas mismas fechas son otras dos obras del mismo tema que asimismo se han atribuido al autor. Una de ellas de pequeño tamaño de la colección del marqués de la Almunia - se trataría de un estudio preparatorio - y otra, de atribución más discutida (en competencia con Valdés Leal), que se encuentra en el Monasterio de El Escorial.
Esplendores de Espanha de el Greco a Velázquez, Río de Janeiro, Arte Viva, 2000, p.189