Alarico, rey godo
Hacia 1635. Óleo sobre lienzo, 205 x 118 cm. Depósito en otra instituciónEsta obra forma parte de una serie de cinco efigies de reyes godos realizadas por otros tantos pintores activos en Madrid a mediados de la década de los treinta del siglo XVII, varios de los cuales (Vicente Carducho, Félix Castello y Antonio de Pereda) habían firmado algunos de los cuadros de batallas del Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro. Dos de ellos muestran la fecha de 1635 y todos tienen unas medidas y siguen una composición similares, lo que subraya su carácter seriado y sugiere que los respectivos artistas recibieron instrucciones precisas acerca de cómo plantear su obra. En todos los casos sus personajes se encuentran de pie, en primer término, armados, ante un fondo de batalla y acompañados de una inscripción que los identifica. A través de los rasgos de sus rostros y el color de sus cabellos se subraya el origen septentrional de esa monarquía.
La primera mención conocida a este cuadro y sus compañeros se incluye en el inventario de los bienes que dejó a su muerte, en 1700, Carlos II, y los sitúa en el palacio del Buen Retiro. En ese momento se encontraban dispersos en tres salas distintas, pero tanto Alarico como Agila (P5183), de Antonio de Pereda, se citan en un espacio inmediato al Salón de Reinos. Cerca también de ese lugar estaban muchos de los retratos de los reyes de Aragón que se habían encargado en 1634; todo lo cual sugiere que la serie de los reyes godos se concibió como parte del discurso sobre la identidad de la Monarquía Hispánica que se generó en torno al Salón.
Muy probablemente la serie quedó inconclusa, como sugiere no sólo el corto número de obras que la componen sino también el desigual prestigio de los cinco personajes representados, los cuales, además, habían abrazado el arrianismo. Por ejemplo, la imagen del reinado de Alarico II (486-507) que predominaba cuando se pintó el cuadro era ambivalente. Se le reconocía el mérito de haber sido el primer rey godo que elaboró un código de leyes, pero durante su mandato se extinguió el dominio godo sobre Francia, y existía una opinión negativa sobre sus cualidades personales, como refleja el perfil que trazó el padre Juan de Mariana en su Historia general de España (libro V, cap. 6:) El imperio y señorío que su padre le dejó asaz próspero, él le continuó con engaños y crueldad por espacio de veinte y tres años, que fue el tiempo que reinó; por esta causa se compadeció poco la gente de sus desastre, antes pensaban y decían que le tenían merecido (Texto extractado de Portús, J. en: El arte del poder. La Real Armería y el retrato de corte, Museo Nacional del Prado, 2010, p. 244).