El paso del río Jordán con el Arca de la Alianza
Hacia 1667. Óleo sobre lienzo, 112 x 235 cm. Depósito en otra instituciónLa iconografía de esta obra representa de forma muy fiel el relato bíblico (Josué, cap. 3 y 4). Con este fin, el pintor madrileño Juan Montero de Rojas, ha utilizado un lienzo horizontal buscando que la escena pintada tuviese formato panorámico. En ella se representa, con figuras de canon alargado como es habitual en el artista, el paso del Arca de la Alianza portada por cuatro sacerdotes hebreos, por el cauce seco del río Jordán, debido a la intervención divina. A la izquierda de la composición ocupando casi un tercio de la misma, a contraluz, recurso que permite dar más profundidad a la representación y muy utilizado en el pleno barroco, aparecen algunos personajes en distintas posturas. La claridad del resto de la composición contrasta con este recurso escenográfico y en ella el autor ha colocado en diferentes planos a los personajes, al arca portada por los sacerdotes, a las figuras que recogen y transportan las piedras del cauce del río y finalmente, entre este plano y el paisaje montañoso del fondo, al ejército y pueblo de Israel dispuestos a seguir al Arca de la Alianza portadora de las tablas de la Ley que habían sido recibidas por Moisés. Este, que había fallecido después de divisar desde el Monte Nebo la Tierra Prometida, es quien encarga a Josué que conduzca allí a su pueblo. Pero antes de llegar habrán de cruzar el caudaloso río Jordán, que se retirará de su cauce para permitir que crucen los israelitas detrás del Arca. Es el propio Josué, que quizá sea el personaje representado a caballo del lateral izquierdo de la composición, quien ordena recoger 12 piedras del río seco a otros tantos representantes de cada una de las 12 tribus de Israel y dejarlas en la orilla para que quede constancia del milagro ocurrido.
La finalidad de esta pintura es clara, ya que lo que pretende es poner de manifiesto a todo el que la contemple la intervención de la mano divina y de su poder. Formaba parte de la serie de diecisiete lienzos, alguno de ellos debidos a la mano de Juan Antonio de Frías y Escalante, que representan escenas del Antiguo Testamento que de algún modo la Iglesia interpretaba como prefiguraciones de la Eucaristía, realizados todos para la sacristía del convento de la Merced Calzada de Madrid. Dicho convento, desamortizado en 1836 y derruido un año más tarde, ocupaba lo que hoy es la plaza de Tirso de Molina, debido a la presencia en el citado convento de fray Gabriel Téllez, conocido en el mundo literario con ese nombre. Las pinturas que ornamentaban la sacristía pasaron al Museo de la Trinidad, fundado precisamente para alojar las obras de conventos e iglesias desamortizados en las provincias de Madrid y su entorno, que posteriormente, en 1872, se fusionó con el entonces Museo Real de Pintura creando el actual Museo Nacional del Prado. En el inventario del Museo de la Trinidad de 1854 figura erróneamente como el "Paso del mar Rojo" y en el catálogo de 1865, realizado por Gregorio Cruzada Villaamil, se cita ya con su verdadera iconografía (Texto extractado de Orihuela, M. en: Las edades del hombre, Toro, 2016, pp. 44-45).