Fernando VI, niño
Hacia 1723. Óleo sobre lienzo, 144 x 116 cm. No expuestoHijo de Felipe V (1683-1746) y de María Luisa Gabriela de Saboya (1688-1714) nació en Madrid el 23 de septiembre de 1713. Príncipe de Asturias desde 1724, a la muerte de su hermano Luis I fue jurado ese mismo año el 25 de noviembre. Se casó en enero de 1729 con la infanta de Portugal, doña María Bárbara de Braganza. Reinó desde el 9 de julio de 1746 hasta el 10 de agosto de 1759. Falleció en el castillo de Villaviciosa de Odón (Madrid) con la mente perdida, ya que no se repuso de la muerte de su esposa el año anterior. No habiendo tenido sucesión, ocupó el trono su hermanastro Carlos III, hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio. Viste un atuendo de corte, con coraza, casaca asalmonada y chupa color oro viejo -ambas con profusión de bordados-, el cuello es blanco y lleva encajes en corbata y puños, luciendo medias rojas y calzado de tacón. Ostenta las insignias de las Órdenes del Saint-Esprit y del Toisón de Oro. Se toca la cabeza con larga peluca que se derrama sobre la espalda y semeja en actitud de marcha pausada. Aparece presentado en el exterior de un frondoso jardín palaciego -está emplazado en el rellano superior de lo que debe ser una escalinata- teniendo a su derecha un fragmento acanalado del fuste de una columna sobre pedestal en semipenumbra, detrás de la cual se advierten arbustos; a su izquierda, al fondo y en bajo, una fuente ornamental de doble taza con surtidor, respaldada por una densa cortina vegetal. El cielo nuboso, completa el efecto de conjunto y contribuye a enriquecer la perspectiva. El contraste de luces y sombras del área trasera ayuda aún más a otorgar verosimilitud a la composición y destacan, en el primer plano, las figuras del infante y de un perrillo que le acompaña saltando a sus pies. El cuadro dataría de 1723, cuando el modelo contaba diez años, y aparenta ser un acabado trabajo de efigie independiente, plena de virtuosismo técnico, tanto en la ejecución de las telas como en la exactitud de los detalles, pero también estudio previo del personaje para ser incluido en el gran retrato de la familia real que preparaba Ranc -probablemente muy dañado en el incendio del Alcázar de Madrid de 1734 y tal vez destruido con posterioridad- para el que existe un boceto en el Museo del Prado (P2376). No obstante considerar que se trata de una imagen oficial, en razón de su elegante y algo hierática presencia, así como el despliegue de insignias dinásticas sobre una suntuosa indumentaria, el encanto infantil se conserva, la figura resulta grata y hay un intento de captar la personal psicología del infante merced al tratamiento del gesto, la mirada directa y sosegada y una leve aura de energía que le envuelve, centrada especialmente en la expresión general del rostro y el severo rictus de los labios (Texto extractado de Luna, J. J. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Museo Nacional del Prado, 2006, p. 144).