La Inmaculada Concepción
1628 - 1630. Óleo sobre lienzo, 128 x 89 cmSala 010A
El culto a la Inmaculada es una de las señas de identidad de la sociedad española del siglo XVII, sobre todo a raíz de una gran polémica entre sus defensores y sus detractores que tiene lugar en Sevilla en 1616. A partir de ese momento la ciudad se convierte en uno de los grandes focos concepcionistas del país y sus pintores dedican gran parte de sus energías a promover la devoción. Zurbarán es uno de los más activos en este sentido y a él se deben varias obras de este tema, como ésta, una de sus composiciones más tempranas y en la que muestra su característica Virgen niña y estática. La pintura se considera la obra más temprana sobre el asunto que realizó Zurbarán, tanto por su estilo como por sus rasgos compositivos. La imagen de la Virgen está muy convincentemente modelada mediante el claroscuro, y se asienta de una manera firme y estática sobre una media luna que no aparece rodeada de cabezas de ángeles. Emerge de un cielo encendido con luz de atardecer. Aparece con las manos unidas en oración y rodeada por los símbolos de las letanías que recuerdan las virtudes que acompañan a la imagen de la Virgen. Precisamente estas referencias marianas sirven al pintor para establecer un juego de referencias topográficas en la parte inferior del cuadro, que constituyen un elemento importante para diferenciar estas Inmaculadas de las de Murillo y su escuela, en las que todo se desarrolla en un espacio empíreo. La abundancia de estos complejos signos de lectura teológica hace que la imagen tenga dos posibles visiones para el fiel: la del manifiesto doctrinal extremadamente complejo y sólo descifrable para unos pocos entendidos, y la de la imagen devocional, que muestra una María hermosa e infantil, que despierta el fervor de los más sencillos. Por su tamaño, probablemente se trata de una obra destinada a la devoción privada o la decoración de algún interior conventual. Ingresó en el Museo del Prado en 1956 (Texto extractado de Portús J.: Pintura Barroca Española. Guía, Museo Nacional del Prado, 2001, p. 104).