Muerte de Lucrecia / Estudio de ropajes para Bruto
Hacia 1870. Carboncillo, Clarión sobre papel marrón, 400 x 565 mm.Este dibujo es el modellino más definitivo conocido hasta ahora para "La muerte de Lucrecia" (P04613), segundo y último gran cuadro de historia pintado por Rosales, y probablemente, la obra que inició de una manera decisiva la pintura moderna en España. La pintura comenzó a proyectarse en su mente desde 1866, desarrollándola en gran cantidad de dibujos hasta llegar a la pintura final, firmada en 1871, año en que la presentó en la Exposición Nacional de Madrid. Además de ser ejemplo supremo de fidelidad conyugal, la historia consagró este episodio como el fin de la monarquía corrupta en Roma y la causa de la proclamación de la república el año 510 a.C., por lo que la elección de este argumento por Rosales adquiría una significación muy singular en la España de su tiempo, tras el destronamiento de Isabel II en septiembre de 1868. Rosales preparó este dibujo como verdadero modelo a la hora de afrontar su monumental pintura, pegando un primer papel sobre otro de mayor tamaño para ampliar su perímetro, al quedarle demasiado constreñida la composición en el papel original, cuadriculándolo después para traspasar su composición al lienzo definitivo, y numerando del 1 al 10 las abcisas y del 1 al 13 las ordenadas. También anotó cuidadosamente precisiones en cuanto a las proporciones de la silla que cerraría la escena por el lado izquierdo, así como del efecto de los pliegues del manto de la protagonista, iluminando con clarión la parte de la túnica de Lucrecia que asoma en su torso. La composición del dibujo, limitada exclusivamente a las figuras e insinuado tan sólo el perfil de la silla como único elemento escenográfico, se ajusta con bastante precisión al cuadro final, en el que varió no obstante la posición del patricio que aparece apenas esbozado junto a la silla, probablemente Valerio, que en el lienzo se cubre la vista con los brazos, para señalar su horror ante la muerte de Lucrecia, mientras que en el dibujo contempla serenamente el cadáver, apoyado en el respaldo del asiento. También Rosales cambiaría finalmente el brazo derecho de la protagonista, que extendería apoyado sobre la silla, siendo su escorzo uno de los elementos que causaría más controversia entre la crítica de su tiempo. Igualmente sufriría algún cambio la posición de las piernas de Lucrecia, así como el diseño de las vestiduras y los pliegues de los paños de los personajes, poniéndose de manifiesto incluso en este modellino la especial preocupación e inseguridad que Rosales tuvo hasta el final con la figura de Bruto, en cuyo juramento de venganza se concentraba toda la tensión dramática de la escena. Hasta llegar a esta concreción final del famoso episodio de la historia clásica, Rosales tanteó varias alternativas para su escenificación, agrupadas fundamentalmente en dos opciones compositivas barajadas en un primer momento por el artista: situar el cuerpo de Lucrecia tendido en el suelo; opción que tanteó en varios dibujos y llegó a concretar en un boceto pintado, o colocarlo en brazos de sus familiares; opción de la que es ejemplo supremo este modellino, aunque se insinúa ya en otros apuntes. Junto a todos los dibujos y como prueba del especialísimo empeño puesto por Rosales en la elaboración de esta pintura, ha llegado hasta nosotros además un buen número de croquis, apuntes y anotaciones sobre documentación de personajes, vestuario y mobiliario romanos, tomados directamente por el artista de los museos y monumentos de Roma, en su deseo de máximo rigor y fidelidad histórica exigidos en su tiempo por la crítica y los especialistas en el género (Díez, J. L., Eduardo Rosales [1836-1873]: Dibujos. Catálogo razonado, Santander, 2007, p. 196).