Un país. Recuerdos de Andalucía. Costa del Mediterráneo, junto a Torremolinos
1860. Óleo sobre lienzo, 114 x 165 cm. No expuestoEn la ladera de un monte, cubierto de vegetación de clima templado, y sobre un camino pedregoso intensamente iluminado por el sol, discurre un campesino a lomos de un mulo. A la sombra de unos arbustos, descansa otro aldeano cuyo perro azuza al jumento. Sobre ellos, dos montículos prominentes se yerguen ante la bahía en cuyas aguas se vislumbran minúsculos veleros y sobre la playa, unos barcos varados y unas pequeñísimas carpas alrededor de las cuales juguetean unos niños. Al fondo, se abre un camino por el que transitan varias. Una cadena montañosa diluida entre la bruma de la costa da cobijo a una población y perfila el horizonte sobre un cielo claro y resplandeciente que va oscureciéndose en tintas anaranjadas y sepias conforme se va acercando al primer plano.
La amplia perspectiva, el enfoque lumínico paralelo que nos guía en líneas confluyentes hacia el horizonte, la tonalidad terrosa y dorada que envuelve la atmósfera de un atardecer, el uso de diminutos elementos para humanizar el paisaje, etc., nos evocan composiciones de tinte tardorrománico, muy recurrentes en Haes en esta primera etapa de su producción y todavía un tanto alejadas del realismo y la veracidad que habría de guiar su andadura artística. El propio título extenso y descriptivo en el que el término "recuerdo" está presente, recoge el léxico propio del momento para definir un tipo de pintura en el que la carga expresiva del propio vocablo juega un papel importante en la plasmación de una obra, amalgamando muchas veces elementos semejantes que configuran distintas composiciones, alejándose de esa manera contradictoriamente del ideario realista que fijo para el género de paisaje en su Discurso de entrada a la Academia -que leyó en febrero de este mismo año de 1860- y que conformará la base teórica de toda su pintura.
La obra fue presentada, junto con otros tres paisajes a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860 consiguiendo una primera medalla. La crítica no fue unánime con el veredicto del jurado destacando como nota dominante la maestría y destreza técnica junto a un cierto grado de repetición en sus composiciones y temáticas, demostrándose una vez más que la pintura de Haes siempre fue el punto de referencia de las más controvertidas opiniones tanto de sus partidarios como sus detractores.
Gutiérrez Márquez, Ana, Carlos de Haes en el Museo del Prado, 1826-1898: catálogo razonado, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2002, p.200