23 de abril de 2020
El día 23 de abril fue elegido como «Día Internacional del Libro» porque tres destacados escritores -Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega- supuestamente fallecieron ese día del año 1616. En realidad, Cervantes falleció el 22 pero fue enterrado el 23, momento en que se consignó su fallecimiento; por su parte, Shakespeare sí murió el 23 de abril del año 1616, pero en esos momentos en Inglaterra se seguía el calendario juliano, por lo que ese día en realidad corresponde al 3 de mayo del calendario gregoriano, que se seguía en el resto de Europa.
La Unión Internacional de Editores propuso esta fecha a la UNESCO, con el objetivo de fomentar la cultura y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor. La Conferencia General de la UNESCO la aprobó en París el 15 de noviembre de 1995, por lo que a partir de ese momento el 23 de abril es el «Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor».
El libro es un objeto cotidiano que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida: los cuentos infantiles de nuestra infancia, los libros de texto en nuestros años de aprendizaje, los libros de aventuras y poesía de la adolescencia, los libros que nos han ido acompañando en nuestra curiosidad profesional y privada…; también los libros que han abierto nuestro pensamiento, nos han mostrado otros mundos y, sin apenas darnos cuenta, nos han cambiado.
Hoy no podemos imaginarnos nuestra vida sin un libro -grande, pequeño, con imágenes…- pero no siempre ha sido así.
Desde la aparición de la escritura en sus diversos tipos, sobre diferentes soportes, hasta la invención de la imprenta, que permite multiplicar los ejemplares, con el tiempo abaratarlos y también popularizarlos, el libro ha ido adaptándose a las circunstancias sociales, culturales, políticas y económicas de cada momento, jugando un importante papel de difusor de ideas, de comunicador nato. También en la actualidad, aunque hayan aparecido nuevos soportes técnicos o físicos.
El libro ha sido, a lo largo de la historia, un objeto único, lujoso, coleccionable, útil, popular… incluso ha sido símbolo de muchas cosas, a menudo dispares: el conocimiento, el pecado, la salvación, etc. El libro ha sido venerado, cuidado, copiado, quemado, tachado, encargado, regalado, robado…. ¡Es un objeto global!
El Museo del Prado conserva y expone muchas obras en las que se representan libros, desde comienzos del siglo XII hasta finales del siglo XIX, que es el marco cronológico de nuestras colecciones. Todos ellos, casi siempre, están representados con un marcado carácter simbólico que les hace tener un importante protagonismo dentro de la composición y de la iconografía de la escena.
Aparecen en retratos, en escenas religiosas y de género, en cuadros con personajes infantiles y adultos, con apóstoles y santos, con santas y vírgenes, con sabios y bufones…Muchas veces no sabemos si se trata de un libro concreto, específico, y cuál es su título, pero ese libro es importante, sobre todo por lo que representa.
Algunos ejemplos de la importancia que los libros pueden tener en las obras de arte podrían ser:
Esto son solo algunas sugerencias o ejemplos. ¡El Prado está lleno de libros!
La obra Santa Ana enseñando a leer a la Virgen, de Murillo, representa un tema religioso, habitual en el siglo XVII, que busca acercar a la Virgen María a los fieles a través de una escena cotidiana, cercana: una madre que enseña a leer a su hija.
Visto desde unos ojos del siglo XXI, nos parece un tema muy actual. Es importante ver a dos mujeres leyendo. No debemos olvidar que en la época de Murillo muchas mujeres no tenían acceso al aprendizaje de la lectura y con ello se vetaba su acceso a la cultura y al progreso social.
Es una obra llena de luz, que incide en la conexión entre madre e hija. No solo está enseñándole a leer sino que también le está transmitiendo unos conocimientos. A su lado están los utensilios de costura que definían alguna de las labores domésticas realizadas por las mujeres.
También podemos encontrar la idea de enseñanza en torno o por medio de un libro en Una lección, de Manuel García “Hispaleto [P-6355] y La lección del abuelo, de Sandor Gestetner [P-6663].
En la web del Prado puedes descubrir diferentes cuestiones relacionadas con los libros, bien con su representación en las obras de arte bien como objetos materiales vinculados de una manera u otra con el Museo.