Ángeles músicos
1550. Óleo sobre tabla, 130 x 65,5 cmSala 052C
La obra está formada por seis tablas que se insertan en dos batientes de madera unidos a través de un sencillo marco dorado, pertenecientes probablemente a las puertas de un sagrario. Las seis figuras angélicas están representadas de manera sedente sobre cúmulos de nubes y están respaldadas por fondos neutros de color gris matizado. De arriba abajo y de izquierda a derecha, los ángeles sostienen, respectivamente, un triángulo, un arpa diatónica, una flauta de pico, unos crótalos, una especie de violín y una pandereta. La gama cromática empleada en sus túnicas comprende los colores verde, azul, violeta y ocre, con numerosos matices de efecto satinado y algunos tornasolados. En las alas encontramos pinceladas rojas, verdes, ocres y grises. En cualquier caso, y a pesar de la variedad cromática, la paleta usada es fría y no existen fuertes contrastes. Como resultado, el colorido es muy homogéneo y encaja con un cierto gusto manierista que, sin llegar a serlo, evoca la técnica de la grisalla.
Las características estilísticas de esta pintura se relacionan claramente con la producción conocida de Pedro de Campaña, pintor bruselense afincado en Sevilla entre 1537 y 1562. Entre ellas se observa la manera de construir el contorno de las figuras, especialmente en su zona inferior, donde de manera artificiosa se omiten los pies, que quedan ocultos por los ropajes. Esta característica, unida a la manera de representar el volumen de las rodillas y la morfología de los plegados, resultan elementos distintivos del arte de Campaña. Asimismo, los tipos faciales y la fisonomía de las manos, a pesar de su pequeño tamaño, nos remiten a los que encontramos en numerosas pinturas del pintor flamenco, al igual que sucede con las cabelleras pelirrojas, de tratamiento entre peleteado y abocetado, y con la gama cromática empleada, que, si bien es bastante parca, encaja a la perfección con la paleta de Campaña.
Durante los siglos XV y XVI fueron muy comunes los sagrarios cerrados con este tipo de puertas. Con frecuencia eran pequeñas cámaras arquitectónicas o nichos situados en el lado del Evangelio de las capillas mayores. No obstante, en 1586 se decretó que el Santísimo debía ser expuesto en el centro de los altares mayores. Con la construcción de nuevos retablos, estos antiguos sagrarios se destinaron a guardar los santos óleos, las reliquias, los libros y otros elementos litúrgicos, y posteriormente, a medida que se iban construyendo sacristías, tesoros y archivos, fueron perdiendo toda utilidad, llegando en muchos casos a desaparecer, aunque fue habitual que se preservaran sus ricas puertas, como en el caso de la obra del Prado.
Romero Dorado, A., Un nuevo Pedro de Campaña: los ángeles músicos del Museo del Prado. Boletín del Museo del Prado, 2017, p.44-51