Autorretrato
1892. Óleo sobre lienzo, 75 x 100 cm. No expuestoA diferencia de otros muchos autorretratos, donde el artista se muestra de forma sobria y sencilla, despojado de cualquier útil alusivo a su profesión, aquí Pla aparece en el interior de su estudio, rodeado de retratos familiares y de una de sus copias de Velázquez. Se trata también del mejor de todos sus autorretratos conocidos, y es el de mayor complejidad y ambición. El cuadro fue presentado por Pla en la Exposición Internacional de Bellas Artes, celebrada en Madrid en 1892 (número de catálogo 939), en la que recibió una medalla de segunda clase por Las doce (P4732). Para entonces, había comenzado a significarse en el ámbito artístico de Madrid, donde residía desde 1879 y ya tenía algunos premios y distinciones.
Como parte de su formación, el joven pintor visitaría el Prado con asiduidad, y demostraría un especial interés por Velázquez. Fruto de ello sería la copia de El Príncipe Baltasar Carlos, a caballo (P1180), que aparece en el fondo de este cuadro (colección particular). Se trata en realidad de una copia que tuvo para él un valor especial. Así lo demuestra no solo el hecho de que la conservase hasta su muerte sino también, y muy especialmente, las numerosas fotografías que existen de sus estudios (HF5700 y HF6089). En ellas se observa cómo esta obra siempre se encuentra en un lugar principal. Esta misma consideración presenta en su autorretrato, convertido en una orgullosa defensa de la tradición pictórica española, que marcaría su carrera e ideario artístico. No obstante, y a pesar de lo explícito de esta referencia, Pla aparece sin los útiles de su trabajo y ha obviado también la presencia de las manos. En un autorretrato de busto, fechado en 1920, también del Prado (P7592), elige de nuevo presentarse sin manos y sin paleta ni pinceles; elementos que sí incorpora, en cambio, en otras ocasiones.
El pintor se hace rodear además de tres efigies: su tía Josefa Pla, en una imagen coloreada debajo del cuadro, su madre María Gallardo en una carte de visite -a la derecha de esta- y un busto en barro de su padre Sebastián, que aparece así singularizado en el extremo de la composición. Como muestran algunas fotografías de su estudio (HF5968), Pla gustaba de colocar imágenes de sus familiares y amigos sobre un mueble y apoyadas en la pared o en los propios cuadros, como sucede aquí con las de su madre y su tía. Con la inclusión de estas tres efigies, el joven autor se muestra agradecido y orgulloso de sus progenitores y de su tía, cuya ayuda resultó indispensable tras su llegada a Madrid.
Martínez Plaza, P.J, 'Cecilio Pla. Autorretrato' En: Museo Nacional del Prado. Memoria de actividades 2019, Ministerio de Cultura y Deporte,, 2020, p.48-50