Bodegón con florero y cachorro
Hacia 1625. Óleo sobre lienzo, 228,5 x 100,5 cmSala 008A
Esta obra y su compañera (P6413) eran propiedad de Jean de Croy, conde de Solre y capitán de la Guardia de Arqueros flamenca -de la que Van der Hamen era miembro-. Ambas estaban en su palacio madrileño colgadas sin enmarcar a los lados de una sala que conducía a la galería de pinturas, y servían probablemente de ampliación ilusionista del espacio real al reproducir, quizá, el propio suelo de la habitación. El juguetón cachorro (P4158) y el perro (P6413) podrían muy bien ser retratos de animales reales propiedad del dueño de la casa. El tema de los cuadros está relacionado con la cultura de la hospitalidad aristocrática, condición indispensable del refinado estilo de vida de los ocupantes de la vivienda. En uno de ellos hay un recipiente para enfriar el vino en el suelo y sobre los trincheros, cubiertos con terciopelo adamascado verde, aparecen dulces y una jarra de cristal con aloja, mientras que el reloj indica que van a dar las cinco, una hora muy adecuada para tomar estas golosinas.
Los motivos principales de ambas obras son dos grandes jarrones de cristal y bronce dorado con arreglos florales. Estas vasijas representan un tipo de objeto decorativo de lujo muy propio del nivel social del mecenas de Van der Hamen y las flores que contienen destacan por la copiosidad y variedad de sus corolas. Evocan, sin ninguna duda, arreglos florales que formaban parte realmente de la rica decoración de la casa de Solre. Sin embargo, no fueron pintadas del natural y constituyen una imagen artificial al reflejar flores de tal perfección y por el hecho de reunir variedades que florecen en diferentes épocas del año.
En el centro del jarrón y entre las variedades de menor altura destacan grandes flores ornamentales de llamativos colores, dos peonías rojas en una de las obras y dos girasoles amarillos en la otra. El resto del ramo está compuesto por una gran variedad de capullos medianos y pequeños dispuestos en una cuidadosa armonía cromática. Las variedades de tallo largo -tulipanes, lirios y gladiolos- se elevan por encima del conjunto. La dirección de la luz en los cuadros, indicada por el rayo diagonal reflejado en la pared del fondo, fue posiblemente sincronizada con la iluminación real de la habitación. Las flores y hojas de la izquierda del conjunto están fuertemente iluminadas y se destacan contra el fondo oscuro, mientras que la silueta de las hojas de la derecha aparece perfilada sobre la parte más clara de la pared del fondo.
El ramo que aparece en el cuadro del perro grande está más cuajado de flores que su compañero e incluye algunos pequeños pétalos caídos sobre la mesa. En el florero del cachorro, Van der Hamen dejó sin pintar dos de las corolas. Las dos formas ovaladas planas de color ladrillo, que aparecen tras unas flores y hojas de pequeño tamaño, corresponden a la primera etapa de la realización de una flor roja igual que otras dos que se muestran totalmente acabadas. Proporcionan un curioso detalle que da cuenta de la técnica empleada por el artista para la realización de algunas de las flores de mayor tamaño. Evidentemente consistía en aplicar el color de base en formas redondas un poco más pequeñas que la cabezuela de la flor terminada cuya figura venía dictada por la disposición y la perspectiva de ésta dentro del conjunto. El artista procedía después a trabajar sobre esta capa de preparación definiendo los pétalos y modelando las formas de cada variedad con mayor detalle (Texto extractado de Luna, J. J.: El bodegón español en el Prado. De Van der Hamen a Goya, Museo Nacional del Prado, 2008, pp. 56-57).