San Pedro de Alcántara dando la comunión a santa Teresa de Jesús
1620 - 1630. Aguada parda, Albayalde, Pluma, Preparado a lápiz, Cuadriculado sobre papel verjurado, amarillento, 235 x 177 mm. No expuestoEste dibujo muestra una escena religiosa en el interior de un templo con un potente arco que sirve de marco para el grupo principal, donde una religiosa arrodillada va a recibir la comunión de manos de un sacerdote vestido de pontifical. El sacerdote se halla flanqueado por dos acólitos, también arrodillados que sostienen sendos ciriales. Tradicionalmente esta escena se ha interpretado como Comunión de una santa monja, pero siguiendo a los historiadores Manuel Castro y Salvador Ordax, se trata de San Pedro de Alcántara dando la comunión a Santa Teresa de Jesús; compárese con el cuadro homónimo de Juan Martín Cabezalero de la Fundación Lázaro Galdiano, donde la composición es prácticamente idéntica. De ser así, habría que identificar a los acólitos con San Francisco de Asís y san Antonio de Padua. El episodio que se recoge en el dibujo es el que la leyenda cuenta como san Francisco de Asís y san Antonio de Padua se aparecieron un día para hacer de diácono y subdiácono respectivamente en una misa oficiada por san Pedro de Alcántara en presencia de santa Teresa. La figura femenina parece vestir hábito carmeliano, idéntico al que lleva en otro esbozo que se conserva en el Museo del Prado que se titula Santa Teresa de Jesús entrega los hábitos del Carmelo descalzo (D5988), con el que seguramente esté relacionado.
Resulta muy llamativa la gran cantidad de trabajo previo que se observa en el dibujo. Como es habitual en Carducho el esbozo fue concebido en lápiz negro, pero con un trazo bastante suave y muy rápido. Sobre éste primer planteamiento se aprecian notables cambios en todas las figuras, aunque el más destacado se produjo en el acólito que aparece en primer plano, pues se advierten unas alas que surgían de la espalda del personaje, elemento que aparece en muchas ocasiones en san Francisco de Asís, y que han permitido que se identifique con dicho santo. Esta primera fase de trabajo apenas se aprecia por la densa capa de agua parda con la que Carducho cubrió la hoja para crear los volúmenes y sombras, y repasó asimismo los contornos definitivos de las figuras con un lápiz negro de punta menos afilada. Luego iluminó la escena con albayalde, primero a través de una película muy diluida sobre todo en las vestiduras de los personajes y después con pinceladas más pastosas en zonas puntuales como la cruz, el cáliz, la Hostia sagrada o la toca y el manto de santa Teresa, para resaltarlas aún más. Por último el artista cuadriculó el dibujo a lápiz negro, repasando después algunos trazos con la sanguina, como ocurre por ejemplo en la Adoración de los Magos del British Museum.
Otro dato singular es que, una vez finalizado, se añadió en la zona superior del esbozo una figura de Cristo con la cruz sobre la nube sostenida por ángeles, acaso con la intención de clarificar o enriquecer la escena. Curiosamente el cuerpo de Cristo está cortado a la altura de los hombros, lo que nos lleva a pensar que en un principio el papel era de mayor altura. Pues bien, sobre la zona inferior de la hoja, en el suelo, se aplicó una nueva capa de aguada blanca con el pincel. Tanto el añadido como la aguada fueron obra de una mano aparentemente más torpe que la de Carducho, por lo que quizás debamos de pensar que alguno de los oficiales del maestro o incluso en alguno de los posibles propietarios del dibujo; tengamos además en cuenta que en la almoneda de Carducho acudieron para comprar dibujos suyos artistas como su más fiel discípulo Félix Castelo, Alonso Cano, Antonio de Puga y Francisco Herrera el Mozo entre otros. Sea como fuere, lo que aquí se pone de manifiesto es el continuo uso que se daba a los dibujos entonces, añadiendo y retocando cuando era necesario para adecuar un asunto iconográfico a las necesidades del pintor y, sobre todo, del comitente de la obra.
Probablemente sería un estudio para un cuadro de altar o retablo para algún convento carmelitano, aunque tampoco hay que descartar que fuese concebido para un particular. (Texto extractado de Pascual Chenel, A.; Rodríguez Rebollo, Á., Vicente Carducho: Dibujos: Catálogo razonado, Biblioteca Nacional de España: Centro de Estudios Europa Hispánica, 2015, p. 150-152).