Guirnalda de flores con san Camilo de Lelis
Segunda mitad del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 95 x 73 cmNo expuesto
Obra perteneciente a una serie de seis cuadros de la que sólo se conservan cinco (P1056, P1057, P5095, P5099 y P5250). Cruzada Villaamil (1865) registró los tres que incorporó a su catálogo (P1056, P5250 y P5099) entre los cuadros anónimos de la escuela valenciana, aunque con una atribución entre interrogantes a Bartolomé Pérez. En el catálogo de Madrazo del Museo del Prado de 1878, primero en el que se incorporaron dos de ellos (P1056 y P1057, números 2174E y 2174F de dicho catálogo) aparecían ya como obras de Bartolomé Pérez.
Al incorporar ambos cuadros al catálogo del Museo, Madrazo escribió que procedían del Convento de San Diego de Alcalá de Henares, donde había otros cinco más, según los inventarios de la Comisión incautadora de la Real Academia de San Fernando, que los recogió en 1836. Esa procedencia ha seguido manteniéndose en los sucesivos catálogos hasta el de 1996, si bien confundiéndose los pertenecientes a esta serie (P1056 y P1057) con otros floreros atribuidos a Pérez que también se hacen proceder, sin motivo, de allí (P1052, P1053, P1054 y P1055). En realidad, parece que Madrazo sufrió una confusión, quizá porque el inventario que consultó no contendría las medidas de los cuadros. La serie procedente del convento de San Diego de Alcalá, también registrada en el Inventario general de los cuadros de la Trinidad existentes en el depósito y escogidos por la Comisión de la Academia, y que ha debido de desaparecer en su totalidad, constaba de siete cuadros y era apaisada y de medidas mucho mayores (112 x 196 cm:) De Alcalá / Conv.to de S. Diego / 111. Floreros con un S.to en el centro. 7 [cuadros de segunda clase], 4 x 7 pies.
La identidad del santo representado en esta guirnalda no está establecida con seguridad. Cruzada Villaamil (1865) se limitó a describirlo como un Santo de la orden de Clérigos Menores con un Crucifijo y un rosario en la mano. Madrazo lo identificó, en 1878, como san Ignacio de Loyola, y así fue registrado en los sucesivos catálogos del Museo hasta que en el de 1963, Sánchez Cantón lo catalogó como san Francisco Javier, siguiendo indicaciones que le hizo el jesuita Miguel Batllori. Aunque los atributos de ambos santos pueden confundirse, es casi seguro que se trata, dada la procedencia, del capuchino san Camilo de Lelis, que es representado generalmente sosteniendo un crucifijo. En ese caso, el paisaje montañoso del fondo podría aludir a su región de origen, los Abruzzos (cabe recordar que san Francisco Javier suele ser representado junto al mar, meditando sobre el crucifijo que le había arrebatado una tempestad y le fue devuelto por un cangrejo). Confirmación de esta nueva identidad parece encontrarse en el Inventario de los cuadros y estatuas presentados en la inauguración del Museo Nacional de la Trinidad el 24 de junio de 1838, en donde, sin señalar la procedencia, se registran, como expuestos en el Pasillo del Salón de la Patriarcal, El Salvador y S. Camilo de Lelis ambos con una orla de flores. El Salvador aparece representado en otra de las guirnaldas de la serie.
Álvarez Lopera, José, El museo de la Trinidad: historia, obras y documentos, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2009, p.107