La recogida del maná
Hacia 1645. Óleo sobre lienzo, 187 x 238 cmNo expuesto
Obra notable que muestra a un artista de calidad sobresaliente, por encima del común de los pintores madrileños de su momento, perfecto conocedor de la técnica del último Tiziano y con un modo ciertamente personal de interpretar el desnudo. El rico colorido se plasma con una pincelada gruesa, creando un efecto de gran densidad, en la línea de los cuadros de altar de Carreño y recogiendo ciertas sugerencias velazqueñas en la figura femenina de la derecha y en la infantil de la izquierda, evocadoras de la Venus del espejo, que se aproximan también al modo de Alonso Cano en el Milagro del pozo. La obra fue pintada, según Díaz del Valle y Palomino, para Alonso Portero, escribano de la villa, y recibió los elogios de Velázquez (Pérez Sánchez, 1969: 43-54).
Gracias a la localización del testamento inédito de Portero, abierto tras su fallecimiento el 5 de diciembre de 1647, contamos con el término ante quem para la datación del cuadro. Esta fecha límite de diciembre de 1647 es una de las escasísimas referencias cronológicas de que disponemos hasta el momento para una obra conservada de Polo, que en el caso del cuadro del Maná se ha considerado tradicionalmente, con toda lógica por su fuerte impronta veneciana, de finales de la década de 1640 y comienzos de la de 1650. Con la constatación de la muerte del escribano en 1647 podemos plantear una datación más temprana de la pintura, así como de su indudable dibujo preparatorio conservado en los Uffizi, Estudio de joven agachado (S 10086), en el que el pintor ensayó la figura que aparece a la izquierda de la composición recogiendo el maná del suelo. Tenemos evidencia de que Diego Polo y Alonso Portero se conocían al menos desde 1640, ya que el pintor acudió a su despacho el 17 de febrero de ese año para escriturar el asiento de aprendiz de su hijastro Juan Baltasar, hijo de su mujer Melchora de los Reyes, en el taller del maestro ebanista Domingo Zorrilla. Por tanto, desde el punto de vista documental, parece razonable situar el encargo de esta obra en un periodo que transcurre entre comienzos de la década de 1640 y el fallecimiento de Portero en diciembre de 1647.
Si atendemos a los pocos datos biográficos que se conocen sobre Polo es posible ajustar algo más la cronología del cuadro. La noticia más antigua documentada sobre el pintor es su mención como oficial en el testamento de Antonio Lanchares el 7 de marzo de 1630. Entre las mandas de Lanchares se cita una deuda de 200 reales por el pago de unos bancos y otras piezas de nogal que debía hacerle Juan de Alvarado el Viejo, carpintero vecino de la villa de Pareja, aún pendientes de entrega en el momento de su fallecimiento. Diego Polo quedó encargado, junto con otras personas, de las comprobaciones que fueran necesarias para el cobro del dinero. Tras la muerte de su maestro en 1630, el joven artista acudirá al monasterio de El Escorial para continuar su formación. Allí realiza sus primeras obras conocidas, que reflejan todavía algunos errores en el dibujo y en la composición del cuerpo humano -propios de un pintor en formación-, unidos a un evidente gusto por el colorido veneciano, como son el San Jerónimo azotado por los ángeles (Patrimonio Nacional, inv. 10014664) y la Magdalena penitente (Patrimonio Nacional, inv. 10014665), de idénticas medidas (119 x 145 cm), seguramente adquiridas por los monjes jerónimos o entregadas por Polo al monasterio durante su estancia de estudio. Con posterioridad a su etapa de formación escurialense, trabajó en la decoración de la alcoba del rey en el Alcázar, pintando dos parejas de retratos de reyes de Asturias y León, una de ellas Ramiro II y Ordoño III, que estaban concluidas y pagadas en 1641 y que, según narra Palomino, "no es lo mejor que hizo por ser entonces mozo", si bien "todavía compite con los demás, especialmente en el colorido, en que fue muy imitador de Ticiano". Estos datos sitúan al pintor adquiriendo su madurez artística en torno a mediados de la década de 1640, cuando se encontraría plenamente capacitado para realizar obras de mayor complejidad compositiva como La recogida del maná, coincidiendo con los años en que tenemos documentada la llegada de Alonso Portero a la Real Junta de Obras y Bosques, donde ejercerá como escribano de cámara entre 1644 y su muerte en 1647. Es precisamente durante estos años cuando Portero disfruta de una etapa de florecimiento profesional y económico más evidente, mientras trabaja al servicio del rey, dirige una escribanía pública con varios ayudantes e interviene en los negocios inmobiliarios de la villa en el entorno de la parroquia de San Martín, un contexto favorable que le permitirá realizar encargos artísticos de gran importancia.
Cueto Martínez-Pontrémuli, José Luis, El escribano Alonso Portero, coleccionista de pinturas de Diego Polo y Antonio de Pereda. Atrio. Revista de Historia del Arte, 2021, p.68-99 (70, 80-83), fig. 2