Saturnina Canaleta
1856. Óleo sobre lienzo, 123 x 90 cm. Sala 062BEl retrato de Saturnina Canaleta y el de su espos (P2813), pertenecen a un tipo en el que el artista presenta las figuras en pie, en un interior con muy pocos detalles, de manera que son los propios personajes el único foco de atención. Aparecen de tamaño natural y de tres cuartos, hasta las rodillas, lo que da una sensación más inmediata que si se retrataran de cuerpo entero, como ocurre en otras obras del artista de mayor aparato.
El de Saturnina Canaleta, esposa de Girona, es uno de los más elegantes retratos femeninos del artista. Como en la mayoría de los retratos de parejas que realizó, el de la mujer está pensado para ocupar el lado izquierdo y así el elegante gesto de las manos, enguantada una de ellas, apunta directamente a la efigie de su marido, que estaría situada a la derecha. Como el de su marido, es retrato de tres cuartos de figura, y mira también de frente, situando el cuerpo de tres cuartos. El vestido, con un magnífico broche de diamantes en forma de pinjantes en el escote, deja los hombros finamente modelados al descubierto. También de brillantes, engastados en oro, la sortija, los pendientes y el brazalete, relucen sobre las delicadas carnaciones y acentúan la riqueza del ya suntuoso atavío del vestido, de rica cachemira. El cortinaje en segundo término, estudiadamente difuminado, resulta habitual en este tipo de retratos femeninos.
El diario del pintor permite documentar la realización del retrato, al que se refieren apuntes del 22 de enero de 1856, día en el que anota que comenzó el retrato, en el que trabajó también los días 23, 24, 25 y 26 de aquel mes. Pintó el traje los días 14, 15, 16 y 18 de febrero, y el 21 y el 22 de ese mismo mes trabajó en el fondo del retrato. Quedó éste interrumpido, pues no hay anotaciones hasta el 8 y el 10 de noviembre del mismo año de 1856, días en los que señala que acudió la modelo a posar, y sólo el 18 de noviembre dio por terminado el retrato. El artista cobró por ambos dieciséis mil reales, la misma cantidad que ingresó por los retratos de Segismundo Moret y su esposa. Como éstos, los enmarcó en rica moldura dorada con esquinas redondeadas.
Barón, Javier, El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2007, p.132-133, nº40