Visión de San Francisco de Paula
Último cuarto del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 172 x 165 cmNo expuesto
San Francisco de Paula, nacido en Paola, una pequeña villa de Calabria, en 1416, sería el fundador de la Orden de los Mínimos o frailes menores, llamados así por considerarse ellos mismos los "últimos siervos de la casa del Señor", quienes a los tres votos conventuales habituales, castidad obediencia y pobreza, añaden la humildad. Muy vinculado con Francia, a donde acudió a requerimiento del rey Luis XI para ayudarlo a bien morir, vivió allí durante veintiséis años y murió el 2 de abril de 1508. Fue canonizado por el Papa León X en 1519, a petición del monarca francés Francisco I.
Se le representa vestido con el hábito de la Orden, con capucha, larga barba y apoyándose en un bastón en forma de tau griega. La figura del santo, concebida en una acusada diagonal, se detiene en su camino por un terreno irregular, y mira y señala al cielo, en la parte izquierda de la escena. Detrás de él, un fraile mínimo lleva a hombros a un apestado, mientras que otro, que se apoya en una muleta, se encuentra en el suelo. A la izquierda, por encima del santo, dos angelitos en forzado escorzo llevan una cartela rectangular rodeada de rayos luminosos, en la que está escrito "CHARITAS", lema de San Francisco, que alude a la práctica frecuente de esta virtud teologal. En el último término, la parte más luminosa de la composición, el pintor ha dibujado unas arquitecturas; se aprecia con claridad una portada de iglesia constituida por dos cuerpos, rematada por un frontón y por figuras de ángeles, y una hornacina en la que se aloja una imagen de la Virgen con el Niño. Esta fachada, y especialmente la torre situada a su derecha, evocan las de las iglesias madrileñas contemporáneas. La presencia constante de edificios en toda la obra pictórica de Donoso evidencia su extraordinario interés y vocación por la arquitectura y por la perspectiva.
La tonalidad general es de gamas tierras y ocres, que se aclaran en el terreno del primer plano; es reducida la presencia dle rojo utilizado solamente para animar con toques breves el manto de los angelitos de la parte superior. La luz viene desde arriba y origina, al estar dirigida, fuertes zonas de sombras; también los rostros están parcialmente iluminados con toques claros y vibrantes. La pincelada es sumaria, ligera y larga, y la capa de color, aplicada con mucha soltura, en determinadas zonas apenas si tiene grosor, permitiendo ver la preparación rojiza.
Pintores del Reinado de Carlos II, Madrid, Museo del Prado, 1996, p.72