Concepción Remisa
1856. Óleo sobre lienzo, 117,5 x 90 cm. No expuestoPareja de la efigie de su esposo pintada un año antes, viste traje negro con generoso escote bordeado de encaje blanco. Peinada con casquetes que le cubren las orejas, luce un espléndido conjunto de pendientes y gargantilla de oro y perlas. En la mano derecha lleva un ancho brazalete y con la otra sujeta un pañuelo de encaje y un suntuoso echarpe de armiño con forro blanco de seda.
Aunque en su estilo y contención cromática es muy semejante al cuadro compañero, puede advertirse lógicamente en este caso una mayor intención decorativa, tanto en la indumentaria y adornos de la dama como en el pesado cortinaje que asoma discretamente al fondo. Éstas constituyen las únicas notas de lujo y color del retrato, sujeto no obstante a una sobriedad contenida, profundamente arraigada en la tradición del retrato español, en el uso de los negros en contraste con la blancura de la piel, en la que reside buena parte de su atractivo. No obstante, Madrazo acusa todavía en esta ocasión una mayor dependencia de la influencia de Ingres que tan determinante había sido en su formación juvenil, extremando la pureza de su dibujo, así como la delicadeza de su factura y la exquisitez en el torneado de las carnaciones. La figura de la dama está bañada por una luz sabiamente manejada en suavísimas esfumaturas, resaltando así una aparente languidez y fragilidad que le confieren su elegancia natural, subrayada por su figura estilizada y reservadamente distante. De grandes párpados, levemente caídos, la modelo cautiva con su mirada la atención del espectador a través de la intensidad expresiva que Federico sabe infundir siempre en los ojos de sus modelos femeninos, que vela con leves ojeras, dotándoles de un halo misterioso y melancólico, de un atractivo muy especial. Pintado en siete sesiones entre el 3 y el 26 de marzo de 1856, puede seguirse minuciosamente el proceso de su ejecución en la agenda-diario del pintor correspondiente a ese año.
Concepción Remisa y Rafo, esposa de Segismundo Moret, era hija de Gaspar de Remisa y Miraons, I marqués de Remisa (1784-1847), uno de los más importantes banqueros de la España isabelina, coleccionista, conocedor y cliente de los artistas de su tiempo, y de María Teresa Rafo y Tolosa (Texto extractado de Díez, J. L.: El siglo XIX en el Prado. Museo Nacional del Prado, 2007, p. 179).