Corrida de toros
1867 - 1868. Óleo sobre lienzo, 30,3 x 46,2 cmNo expuesto
Dentro de la rica y sugerente iconografía taurina, Fortuny mostró gran interés por la suerte de varas, en especial por el momento de la embestida del toro contra el caballo, así como por la figura del picador, que estudió no solo en los diferentes momentos de la lidia, sino también de manera individual. En algunas de esas obras, el picador presenta una postura similar a la de este cuadro -justo en el momento en el que el toro ha entrado al caballo-, si bien en la obra del Prado el artista prescinde de los monosabios y de los toreros que lo auxilian con sus capotes. El picador se presenta aquí él solo en el albero ante el toro, de un modo que resultaba poco usual en la lidia del siglo XIX y que, por ello, no fue plasmado por ningún otro pintor durante esa centuria.
Al igual que en Plaza de toros de Sevilla (colección particular) se interesó también por el bullicio del público asistente y reflejó los detalles propios del coso taurino, si bien, debido al punto de vista del cuadro del Prado, estos carecen, a primera vista, del protagonismo que sí presentan en aquella obra, donde la arquitectura adquiere una mayor presencia.
Como ya indicó Martínez Novillo (1988, p. 129), la escena sucede en Madrid, y no en Sevilla, como alguna vez se ha señalado. Aunque el coso no se ha identificado con ninguno concreto, ha de tratarse de la antigua plaza de toros de la Puerta de Alcalá, que estuvo en funcionamiento entre 1749 y 1874.
El cuadro se diferencia de otras visiones contemporáneas, siempre de carácter más descriptivo, y también de otras aproximaciones del propio Fortuny a este asunto, en las cuales sí suele estar presente el lado dramático de la corrida, como sucede en Corrida de toros. Picador herido (h. 1867; Málaga, Museo Carmen Thyssen), ambientada en la misma plaza de Madrid (Texto extractado de Martínez Plaza, P. J. en: Fortuny (1838-1874), Museo Nacional del Prado, 2017, pp. 166-167).