Jarra de cristal con asas en forma de bichas
1590 - 1610. Cristal de roca / cuarzo hialino, Esmalte, Oro, 33,9 x 27,3 cm. Sala 079BEste modelo de jarra pertenece a un tipo que, con variantes, está presente en casi todas las colecciones históricas, lo que lo convierte en el prototipo de la talla milanesa para vasos de uso y representación. Hace pareja con otra jarra semejante que también forma parte del Tesoro (O90). Ambas pertenecen a una familia de vasos con parecidas soluciones técnicas, obras atribuidas a los talleres milaneses de la familia Miseroni, aunque próximas también a los modelos de los Sarachi. Ambas contaban con una guarnición de oro esmaltado en la base, que fue sustraída en 1918 y que solo conocemos por las fotografías históricas.
La compleja decoración del vaso, basada en diseños de festones y hojarascas de Enea Vico en los que, además de los recurrentes melocotones y uvas, aparecen águilas y caracoles, sigue modelos usados en los talleres de Sarachi y Miseroni. Las asas en forma de sirena son ejemplo del excelente trabajo de los cristallari, ya que son verdaderas esculturas de gran dificultad técnica (Arbeteta tiene presentado un texto sobre la revisión de la catalogación para su publicación).
Es una de las piezas pertenecientes al Tesoro del Delfín, el conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre. La adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1776 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.
Arbeteta Mira, Letizia, El tesoro del Delfín: alhajas de Felipe V recibidas por herencia de su padre Luis, Gran Delfín de Francia, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.254,255