La asunción de la Magdalena
1670 - 1675. Óleo sobre lienzo, 205 x 163 cm. Sala 018AEs, sin duda, una de las obras más conocidas y significativas de su autor, en la que destaca su extraordinaria calidad y el singularísimo esplendor de su colorido, con sus azules intensísimos en los cielos, los malvas delicados de la vestidura de la Santa y los refulgentes blancos de plata que salpican toda la superficie y le confieren una personalísima vibración.
El asunto procede de la Leyenda Áurea, que refiere cómo los ángeles la transportaban al cielo y escuchaba los conciertos de músicas celestes. Antolínez ha acertado a expresar el arrobo místico sin renunciar a una plenitud humana y sensual, muy personales y llenos de resonancias venecianas, la poderosa diagonal en que se inscribe la composición, produce una sensación de vertiginoso movimiento, al que acompañan las variadísimas e inestables actitudes de los ángeles niños, y los restregones luminosos que subrayan el ímpetu ascensional del conjunto.
La Santa, de rostro muy bello, con las manos cruzadas sobre el pecho, velando apenas el seno desnudo y con los cabellos castaños derramados sobre la espalda, constituye a pesar de la diferencia de tonalidad general, un homenaje a Tiziano.
Con diversas modificaciones, Antolínez repitió su presentación de la Magdalena, con esquema y modelos bastante próximos a éste. La del Museo Nacional de Rumanía, en Bucarest, que fue de la Colección Real Rumana, en el Castillo de Pelesch, la presenta también en gloria, con ímpetu ascensional análogo a éste. Los ejemplares del Museo de Sevilla y de la Fundación Santamarca, muestran a la Santa sentada, en penitencia, rodeada de ángeles niños, pero con la misma expresión de arrobo, un tanto matizado de sorpresa (Angulo, 1957, láms. 27, 28 y 29).
Aunque no está fechada, parece indudable que la Magdalena del Prado, por su rigurosa plenitud debe corresponder a los últimos años de la carrera del pintor, alcanzada ya toda su maestría, es decir, en torno a 1670-75.
Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo :, Madrid, Ministerio de Cultura: Banco Herrero, 1986, p.282