Luisa Bassecourt y Pacheco
1869. Óleo sobre tabla, 41 x 32 cm.Retratada de cuerpo entero, está sentada junto a un velador cubierto con un tapete, sobre el que puede verse un pequeño jarrón con flores. Luce traje de raso lila y collar de gruesas cuentas de coral con cuatro vueltas y se peina con larga tranza que le cae sobre el hombro. El retrato se ambienta en el interior de un salón cubierto por una alfombra y adornado con un biombo y un tapiz.
Ejemplo muy singular en la producción de Federico de Madrazo al tratarse de un retrato concebido con los mismo esquemas que las grandes efigies femeninas de aparato a tamaño natural, pero reducido a un formato muy pequeño, destinado a la decoración de gabinetes o a su uso portátil, puesto de moda en Francia por Meissonier y que Madrazo cultivó en muy contadas ocasiones.
Emplea una técnica de brillante colorido, a base de pinceladas cortas y vibrantes con las que el artista construye con golpes de luz tanto la figura como los elementos accesorios del retrato, de especial desenvoltura en el fondo en penumbra del salón, con un resultado plástico al que no es ajena la obra de Fortuny, con quien Federico de Madrazo entra en contacto en esos años (Texto extractado de Díez, J. L.: Federico de Madrazo y Kuntz (1815-1894). Museo del Prado, 1994, p. 312).