Paisaje de Suiza
1862. Óleo sobre lienzo, 53 x 107 cmNo expuesto
En 1862, el primer año de su disfrute de la pensión de paisaje en el extranjero, Rico estuvo en París entre febrero y finales de la primavera. Solicitó permiso a la Academia de Bellas Artes de San Fernando para dirigirse a Suiza y aquella se lo concedió el 23 de mayo. Allí, además de trabajar en el Oberland dos o tres meses bajo la dirección del paisajista Alexandre Calame (1810-1864), se estableció y pintó en el cantón de Ginebra, el más suroccidental del país. Entre las obras que realizó el artista eligió esta, por su importancia, para su envío de pensionado de primer año. En efecto, la pintura es el mejor testimonio y la obra de mayores dimensiones entre los escasos cuadros que se conocen como fruto de esta campaña.
El propio Rico señalaba que realizó el cuadro a su vuelta en París, según era todavía frecuente entre los pintores de paisaje, que se valían de las notas tomadas del natural para luego llevar a cabo, en el estudio, el cuadro definitivo. En efecto, la cuidada composición, con el núcleo de edificios armónicamente situado a la izquierda, denota el trabajo en el taller. En la obra resalta el equilibrio que el artista consigue entre la vegetación de las masas oscuras de árboles que rodean las edificaciones, y los paños claros de estas, situadas en torno al campanario de la iglesia (Texto extractado de Barón, J.: El paisajista Martín Rico: (1833-1908), Museo Nacional del Prado, 2012).