Pseudo Vitelio
1530 - 1550. Mármol, 40 x 27 cmSala 033
Este busto es copia de una de la esculturas clásicas más famosas y aprovechadas por los artistas del Renacimiento, cuando se creía un retrato del efímero emperador Vitelio (15-69 d.C.), aunque el original sea en realidad de época de Adriano (117-138 d.C.). El único ejemplar romano conocido (Venecia, Museo Archeologico) se halló hacia 1505 durante las excavaciones patrocinadas por el cardenal veneciano Domenico Grimani (1461-1523) en su residencia del Quirinal. A la muerte de Grimani el Pseudo Vitelio pasó a Venecia con su colección de antigüedades, siendo una de las quince piezas que donó a la Serenísima, que las expuso en el Palazzo Ducale entre 1525 y 1593. Esta localización explica su predicamento en el arte veneciano, descubriéndose ecos del mismo en Tiziano, Jacopo Bassano o Tintoretto. La inclusión de las facciones de emperadores romanos en pintura, sobre todo en escenas de la vida de Cristo, permitía a los pintores mostrar tanto su conocimiento del arte de la Antigüedad como su interés por el decoro histórico. De igual modo, estos bustos servían para caracterizar los personajes, como hiciera Pietro Aretino en I quattro libri de la Humanità di Christo (Venecia, 1538) al acudir a la estatuaria clásica, aunque no a Vitelio, para describir a los actores de un pasaje de la Pasión de Cristo y ayudar a los lectores a visualizarlo. El carácter ejemplar de estas imágenes clásicas explica que Giovan Battista della Porta incluyera en 1586 el busto de Vitelio en De hvmana physiognomonia (libro II, capítulo I). Según las fuentes romanas, principalmente Suetonio, Vitelio no fue un dechado de virtudes, de ahí que Della Porta lo hiciera representativo de los individuos de cabeza muy grande, característica física que, según fisonomistas clásicos como Polemone de Laodicea y Adamantio, revelaría soberbia, ingenio grosero, ineptitud e indocilidad, cualidades de las que participarían varios animales, entre ellos el búho, junto a cuya imagen aparece.
El retrato del Renacimiento, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, p.329