Baco y Ariadna
1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 180 x 95 cm. En exposición temporalLa historia de Ariadna y el dios tiene dos momentos fundamentales: uno es el encuentro entre ellos en la isla de Naxos después de que ésta fuera abandonada allí por Teseo, tema que representó Tiziano para Alfonso I de Este y que ceunta Ovidio en las Metamorfosis en el libro VIII (174-182:) "(...) El hijo de Egeo raptó a la hija de Minos, largó velas rumbo a Día, y en aquella playa abandonó, cruel, a su compañera. Desamparada y quejumbrosa estaba ella cuando acudió Líber a abrazarla y socorrerla, y para que brillara como un astro imperecedero, le quitó de la frente la corona y la envió al cielo(...)".
El otro, que S. Alpers, autora del único estudio completo del encargo de Rubens para la Torre de la Parada hasta la fecha, considera el elegido para esta composición, lo narra también Ovidio en sus Fastos, en el Libro III, en la cual ella llora por culpa de Dioniso, quien la había engañado: "(...)Decía yo: Acuerdome, e perjuro, y desleal Teseo: El se fue, Baco tiene los mismos delitos(...). Mi causa es repetida mudado el nombre. (...)Para qué, o Baco, me guardabas para perecer en las desiertas Arenas(?...) O ligero Baco, y más ligero que las hojas, que ciñen tus Sienes, conocido, o Baco, para mis llantos(...). Dicho esto: ya mucho había Baco oído las palabras de la que se quejaba. La había seguido, como acaso, por la espalda, abrázala de repente, y con oículos le enjuga las lágrimas". Existen otras fuentes como Imágenes de Filostrato que Rubens parece seguir al representar a Ariadna: "(...) su pecho está desnudo hasta la cintura, su cuello se inclina hacia atrás y son visibles su delicada garganta y su axila derecha, mientras que su mano izquierda reposa sobre el manto para impedir que el viento la desnude del todo".
El lienzo es obra de E. Quellinus, discípulo de Rubens al que le encargó la realización de muchas de las obras de la serie como El rapto de Europa (P1628), La Muerte de Eurídice (P1630), Jasón y el vellocino de oro (P1631), Cupido navegando sobre un delfín (P1632), La Persecución de las Harpías (P1633) y El Amor dormido (P1718). A diferencia de otros artistas como J. Jordaens, E. Quellinus sigue siempre bastante fiel los bocetos del maestro en sus composiciones, en las cuales se aprecia bastante bien la técnica común empleada en ellas. En este caso ha incorporado una ligera variación con respecto al boceto original, conservado hoy en el Museo Boymans-van Beuningen de Rotterdam (n. St. 29), en el tratamiento del rostro de Ariadna, menos girado en el lienzo.
En el caso de las firmas en las obras de E. Quellinus la grafía es extremadamente cuidada. El problema de las firmas en una constante en muchas de las obras de esta serie, sin que podamos dilucidar a priori si fueron hechas por los propios artistas o añadidas con posterioridad en España, algo plausible a la luz de una carta escrita por el Cardenal Infante don Fernando, gobernador de Flandes en el momento de la realización del encargo, con su hermano, el rey Felipe IV: "Aquí vuelvo a V.M. la memoria original que vino de ahí con los nombres de los pintores que han hecho las pinturas de la mano de Rubens". Los lienzos para la Torre de la Parada fueron realizados en torno a 1636-1638 aproximadamente, siguiendo la correspondencia entre el Cardenal Infante Don Fernando y su hermano el rey Felipe IV.
La decoración de la Torre de la Parada, en cuyo proyecto también participaron otros autores como Velázquez, fue el mayor encargo que Rubens recibió de Felipe IV. A partir de 1636 se enviaron desde Amberes a Madrid más de sesenta obras para esta casa de recreo situada en los montes del Pardo. La mayor parte de las escenas narraban las pasiones de los dioses, según fueron descritas en las Metamorfosis del poeta romano Ovidio y otras fuentes clásicas. Para llevar a cabo un proyecto tan amplio, Rubens realizó pequeños bocetos sobre tabla, donde capta la esencia moral de las historias y las actitudes de los personajes. Estos bocetos sirvieron de base para la elaboración de los lienzos definitivos.
El Museo del Prado conserva diez de los bocetos de Rubens, nueve de ellos donados en 1889 por la duquesa de Pastrana, y uno adquirido en el año 2000. El Prado también conserva la mayoría de los lienzos realizados a partir de los diseños de Rubens para la decoración del lugar.(muchos de los cuadros fueron pintados por otros artistas).
(Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, 2014).