El rapto de Europa
1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 126 x 87 cm. En exposición temporalEl rapto de Europa por parte de Júpiter lo narra Ovidio en sus Metamorfosis en el libro II (838-875:) "(...)Se atrevió también la princesa, sin saber a quién montaba, a sentarse sobre el lomo del toro; entonces el dios, apartándose poco a poco de la tierra y de la arena seca(...). Se asusta Europa y vuelve su mirada a la costa que, raptada, va dejando atrás, y con la diestra agarra un cuerno, apoya la otra sobre el lomo; tremolantes, sus ropas se ondulan con el viento".
Este mito es uno de los raptos representados en la Torre de la Parada que se completarían con otros como el de Proserpina (P1659), Hipodamia (P1658), Ganímedes (P1679) o Deyanira (actualmente desaparecidos tanto el lienzo como el boceto. La composición del Rapto de Deyanira se conoce gracias a una obra anónima sobre tabla que sigue al orginal, conservada en el Museo (P2460).
Formalmente es parecido al de Ganímedes, centrándose en las dos figuras principales, en este caso Júpiter transformado en buey y Europa. Este es un tema ya representado por Rubens en otro contexto diferente; la copia que realizó del lienzo homónimo de Tiziano y que estaba en las colecciones reales en el momento de la segunda visita de Rubens a España, cuando el artista realizó su copia. Sin embargo en este caso la composición es totalmente diferente y opta por un formato vertical en el que centra toda la atención en el momento del rapto, sin mostrar la playa o las doncellas que acompañaban a Europa. Así representa el momento de mayor importancia de la narración y de mayor dramatismo, como hace en muchas de las obras de la serie. A pesar de prescindir del marco geográfico sigue muy de cerca detalles de la narración de Ovidio como el giro de Europa hacia la costa y la mano sobre el cuerno del buey.
El lienzo fue realizado por E. Quellinus, discípulo de Rubens al que le encargó la realización de muchas de las obras de la serie como Baco y Ariadna (P1629), La Muerte de Eurídice (P1630), Jasón con el vellocino de oro (P1631), Cupido navegando sobre un delfín (P1632), La Persecución de las Harpías (P1633) y El Amor dormido (P1718). A diferencia de otros artistas como J. Jordaens, E. Quellinus sigue siempre bastante fiel los bocetos del maestro en sus composiciones, en las cuales se aprecia bastante bien la técnica común empleada en ellas. S. Alpers, autora del único estudio completo del encargo de Rubens para la Torre de la Parada hasta la fecha, cree que una pequeña franja a la derecha de la composición fue cortada u omitida por el artista, ya que en el boceto de Rubens, conservado hoy en el Museo del Prado (P2457), la obra está más desarrollada.
En el caso de las firmas en las obras de E. Quellinus la grafía es extremadamente cuidada. El problema de las firmas en una constante en muchas de las obras de esta serie, sin que podamos dilucidar a priori si fueron hechas por los propios artistas o añadidas con posterioridad en España, algo plausible a la luz de una carta escrita por el Cardenal Infante don Fernando, gobernador de Flandes en el momento de la realización del encargo, con su hermano, el rey Felipe IV: "Aquí vuelvo a V.M. la memoria original que vino de ahí con los nombres de los pintores que han hecho las pinturas de la mano de Rubens". Los lienzos para la Torre de la Parada fueron realizados en torno a 1636-1638 aproximadamente, siguiendo la correspondencia entre el Cardenal Infante Don Fernando y su hermano el rey Felipe IV.
La decoración de la Torre de la Parada, en cuyo proyecto también participaron otros autores como Velázquez, fue el mayor encargo que Rubens recibió de Felipe IV. A partir de 1636 se enviaron desde Amberes a Madrid más de sesenta obras para esta casa de recreo situada en los montes del Pardo. La mayor parte de las escenas narraban las pasiones de los dioses, según fueron descritas en las Metamorfosis del poeta romano Ovidio y otras fuentes clásicas. Para llevar a cabo un proyecto tan amplio, Rubens realizó pequeños bocetos sobre tabla, donde capta la esencia moral de las historias y las actitudes de los personajes. Estos bocetos sirvieron de base para la elaboración de los lienzos definitivos.
El Museo del Prado conserva diez de los bocetos de Rubens, nueve de ellos donados en 1889 por la duquesa de Pastrana, y uno adquirido en el año 2000. El Prado también conserva la mayoría de los lienzos realizados a partir de los diseños de Rubens para la decoración de este lugar. (muchos de los cuadros fueron pintados por otros artistas).
(Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, 2014).