El rapto de Proserpina
1636 - 1637. Óleo sobre lienzo, 181 x 271,2 cm. Sala 079Proserpina, hija de Ceres, diosa de la tierra, fue raptada por Plutón, dios de los infiernos. Pese a la resistencia de Minerva, Venus y Diana, el rapto fructificará en amor, según delata la presencia de los cupidillos que llevan las riendas del carro y azuzan a los caballos. Esta pasional historia formó parte de la decoración de la Torre de la Parada. Este es uno de los lienzos más grandes y con mayor número de personajes que forman parte de la Torre de la Parada, donde el movimiento, el dramatismo y la gran variedad de personas y posturas se diferencian con respecto a otros. Tiene grandes similitudes compositivas con respecto al Rapto de Hipodamía (P1658) al mostrar ambos el momento más dramático del episodio, algo habitual en las obras de la serie. En ambos las mujeres, aterradas, apenas muestran signos de lucha y resistencia ante sus captores. Este mito es uno de los raptos representados en la Torre de la Parada que se completa con otros como el de Europa (P1628), Hipodamía (P1658), Ganímedes (P1679) o Deyanira (actualmente desaparecidos tanto el lienzo como el boceto. La composición del Rapto de Deyanira se conoce gracias a una obra anónima sobre tabla que sigue al orginal, conservada en el Museo (P2460).
Los lienzos para la Torre de la Parada fueron realizados en torno a 1636-1638 aproximadamente, siguiendo la correspondencia entre el Cardenal Infante Don Fernando, gobernador de Flandes en el momento del encargo, y su hermano el rey Felipe IV. La decoración de la Torre de la Parada, en cuyo proyecto también participaron otros autores como Velázquez, fue el mayor encargo que Rubens recibió de Felipe IV. A partir de 1636 se enviaron desde Amberes a Madrid más de sesenta obras para esta casa de recreo situada en los montes del Pardo. La mayor parte de las escenas narraban las pasiones de los dioses, según fueron descritas en las Metamorfosis del poeta romano Ovidio y otras fuentes clásicas. Para llevar a cabo un proyecto tan amplio, Rubens realizó pequeños bocetos sobre tabla, donde capta la esencia moral de las historias y las actitudes de los personajes. Estos bocetos sirvieron de base para la elaboración de los lienzos definitivos.
El Museo del Prado conserva diez de los bocetos de Rubens, nueve de ellos donados en 1889 por la duquesa de Pastrana, y uno adquirido en el año 2000. El Prado también conserva la mayoría de los lienzos realizados a partir de los diseños de Rubens para la decoración de este lugar. ( muchos de los cuadros fueron pintados por otros artistas).
(Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, 2014).