El general Evaristo Fernández San Miguel, I duque de San Miguel
1854 - 1856. Óleo sobre lienzo, 210 x 135 cmNo expuesto
Retratado de cuerpo entero, a sus sesenta y nueve años, viste uniforme de capitán general de los ejércitos, sobre el que ostenta la gran cruz y banda de San Fernando, laureada de la misma orden, y las grandes cruces de San Hermenegildo y Carlos III. Ciñe en la cintura fajín y sable de general y apoya su mano sobre el segundo tomo de la Historia de Felipe II, escrita por él, situado en una mesa cubierta por un tapete de terciopelo, en la que pueden verse además otros libros y papeles. El retrato se ambienta en el interior de un salón alfombrado, viéndose sobre un sillón el bicornio y guantes de su uniforme y la bengala distintiva de su grado.
Inició su carrera militar en 1805, como cadete del primer batallón de voluntarios de Aragón. Nombrado capitán durante la Guerra de la Independencia, fue entonces hecho prisionero y trasladado a Francia, donde permaneció hasta el regreso de Fernando VII en 1814. Militar de talante liberal y amigo personal de Riego, compuso la letra de su famoso himno, siendo nombrado Ministro de Estado el 5 de agosto de 1822, durante el Trienio Constitucional, ocupando a continuación diferentes cargos políticos y militares hasta ser nombrado Capitán General de los Ejércitos de Espartero, momento en el que lo efigia Madrazo.
Este es, probablemente, el mejor retrato militar de aparato realizado por Federico de Madrazo a lo largo de toda su carrera, estableciendo con él los esquemas compositivos este prototipo retratístico, que se mantendría vigente durante el resto del siglo. Su ejecución fue un encargo directo de la reina Isabel II para sus propias colecciones en 1854, aunque su ejecución se prolongó hasta 1856, en que Madrazo lo retoma con la ayuda de su discípulo, el pintor Juan Barroeta y Anguisolea, cuya intervención ha de remitirse en todo caso a la arquitectura del fondo y quizá también al sillón sobre el que reposan los accesorios del uniforme, aunque, siguiendo el testimonio de las anteriores anotaciones. Lo hecho por este pintor se redujo a una sola sesión, siendo además retocado por el propio Madrazo al día siguiente.
Se conserva un dibujo preparatorio para el retrato, en el que tan solo se estudian las líneas generales de la figura, que aparece sin embargo con las piernas juntas, pose que luego varía el artista en el cuadro (Texto extractado de Díez, J.L.: Federico de Madrazo (1815-1894). Museo del Prado, 1994, pp. 251-252).