Joven con turbante
1758 - 1764. Sanguina sobre papel verjurado, 166 x 115 mmNo expuesto
Con este dibujo da comienzo a una reveladora secuencia de apuntes realizados por Maella en el Palazzo Spada, con toda probabilidad una de las colecciones romanas más accesibles para un artista con escasos medios. Este joven a sanguina reproduce una pintura que aparece inventariada en 1759, en la Galleria Grande, y que fue así descrita: quadri in tela da testa con cornici antiche scompagne dorate uno rappresenta una mezza figura con penna in testa opera del Caravaggio. Sin embargo, en la actualidad la pintura se considera como una obra próxima a la escuela de Giovanni Lanfranco y, curiosamente, se relaciona con otra composición que representa la escena de El hijo pródigo atribuida a Giacinto Brandi y que se custodia en el Museo de Zaragoza como depósito del Museo del Prado (P00064). El valenciano pasaría bastantes semanas en 1762 en esta misma sala de la colección Spada con la finalidad de copiar al óleo la monumental Muerte de Dido del Guercino. Sin embargo, la precisa ubicación de estos diseños al comienzo del taccuino invita a pensar en visitas anteriores que acontecerían entre 1759 y 1760, ajenas por completo a la posterior obligación de pintar un lienzo para ser remitido a la Academia de San Fernando. Como testimonia el inventario anteriormente referido, en época de Maella este lienzo era considerado como una composición de Michelangelo Merisi da Caravaggio y sería esta emblemática autoría la que sin duda atrajo la atención del valenciano. En la metódica redacción de las Instrucciones de Pensionados de San Fernando no se incluyó el nombre de Caravaggio, decantándose siempre los profesores a favor de otros pinceles que encarnaran mejor ese retorno a los modelos clásicos que ansiaba la academia para sus becarios. Además, Francisco Preciado de la Vega tan sólo menciona a Caravaggio en dos ocasiones en su Arcadia pictórica, la primera para resaltar que siguió la naturaleza y la segunda para referirse a la utilización de estrechas luces para iluminar sus estancias. Pero ante esta evidente opción personal de Maella, en la Roma del momento las obras de Caravaggio resultaban ciertamente escasas e incluso difíciles de copiar por la complejidad de sus emplazamientos. Resulta sintomático que a mediados del siglo XVIII el director de la Academia de Francia consiguiera el permiso para desmontar de sus altares unos lienzos de este artista, con la única finalidad de que fueran estudiados por los pensionados franceses. No obstante, nuestro protagonista parece en esta página del taccuino decantarse por el capítulo más fácil y amable de la genialidad de Caravaggio. En esta ocasión procede a reproducir, a lápiz rojo, un joven tocado con un sombrero coronado con una pluma muy en sintonía con los personajes que se emplazan en segundo plano en los célebres lienzos de la capilla Contarelli (Texto extractado de Mano, J. M. de la; Matilla, J. M. en: Cuadernos italianos en el Museo del Prado: de Goya, José del Castillo, Mariano Salvador Maella. Museo Nacional del Prado, 2013, pp. 513-514).