La Inmaculada Concepción
Hacia 1781. Óleo sobre lienzo, 142 x 74 cm. Sala 089El lienzo describe en clave dieciochesca, aunque ciñéndose a esquemas del siglo precedente, el tema de la Concepción Inmaculada de la Virgen María, incluyendo, junto a una selección de los motivos habituales que tradicionalmente acompañan al asunto, una peculiar adición de carácter oficial: su patronazgo de la Real Orden de Carlos III, fundada por el monarca, durante cuyo reinado el autor ejecutó la presente pintura.
La composición se configura en tres registros interdependientes con objeto de resaltar la imagen que protagoniza la obra. El espacio superior lo ocupa el Padre Eterno, rodeado por ángeles que semejan sustentarle, acentuando su marcado escorzo y constituyendo una especie de dosel de personajes a modo de ápice determinante de la Gracia Divina. Debajo, la Virgen, revestida del atuendo tradicional -manto azul que ondea tras ella y túnica blanca-, eleva los ojos al cielo y cruza las manos sobre el pecho. Los ángeles del área inferior portan algunos elementos simbólicos tradicionales como los lirios, el espejo o la rosa y ocultan en parte una esfera terráquea sobre la que serpentea un ofidio, casi segmentado por un emergente cuerno de creciente lunar. Con la boca muerde la manzana del pecado original y semeja extrañamente ahuyentado por un ángel, en el ángulo inferior derecho, que lleva en sus manos el collar de la regia orden.
Maella conjuga a la perfección las dos gamas tonales apoyándose en cromatismos fríos o cálidos, según sea más útil para su peculiar visión, al tiempo que distribuye los pormenores armonizándolos mediante sucesiones de diagonales paralelas o en zigzag, a fin de obtener la impresión de dinamismo, subrayada por las actitudes de todos los personajes, excepción hecha de la Virgen, que pone la nota sosegada en medio de una formulación poco menos que centrífuga del conjunto.
Es uno de los bocetos preparatorios, probablemente el más acabado, para el gran lienzo del altar de la capilla de San Antonio en la madrileña iglesia de San Francisco el Grande. La decoración de este monumental templo fue confirmada por una real orden de 20 de julio de 1781 en la cual se designaban siete artistas; aparte de Maella, los otros autores fueron: Goya, Ferro, Antonio González Velázquez, Calleja, Castillo y Francisco Bayeu. La relación con el cuadro definitivo es muy estrecha, aunque comparándolos se advierten algunas ligeras variantes, no en vano la diferencia de dimensiones entre uno y otro es bastante considerable. Maella incluyó varias veces la Orden de Carlos III en sus cuadros de la Inmaculada, iniciando tal nexo entre la imagen religiosa y la distinción política en la obra existente en la colegiata de La Granja de San Ildefonso, fechada entre 1771 y 1772. La mencionada orden fue instituida el 13 de septiembre de 1771, y en su insignia figura la Purísima Concepción con el mote Virtute et merito.
Museo del Prado, Últimas adquisiciones: 1982-1995, Madrid, Museo del Prado, 1995, p.52-53, 132, n. 18