La gallega de la moneda
1826 - 1837. Aguatinta litográfica, Litografía a lápiz, Litografía a pluma sobre papel avitelado, 477 x 306 mmNo expuesto
Es una litografía de Enrique Blanco (activo en Madrid entre 1826 y 1837) que reproduce el cuadro P01002 conservado en el Museo Nacional del Prado. Está encuadernada en un álbum facticio sobre obras de Murillo del coleccionista Pennant. De esta estampa existen pocos ejemplares. Salió al mercado sin encuadernar en ninguno de los tres volúmenes de los que constaba la Colección litográfica de cuadros del rey de España el señor don Fernando VII, dirigida por José de Madrazo y editada por el Real Establecimiento Litográfico en Madrid, entre 1826 y 1837. En total se tiene noticia de 30 estampas sueltas, aunque quizá hubo más, que reproducían cuadros del Real Museo, actual Museo del Prado. Es difícil saber para qué se hicieron aunque es lógico pensar que con la rapidez con la que se cerró la colección estas se pensaran para el tomo III. Es de suponer, por tanto, que ya estarían dibujadas aunque los textos que debían adjuntarse nunca llegaran a escribirse. El Museo conserva 13 estampas de las 30 sueltas conocidas, 9 sin encuadernar (G04255, G04256, G04257, G04258, G04261, G04262, G04264, G04265 y G04267) y 4 encuadernadas en un álbum (G03012/12, G03012/69, G03012/80 y G03012/95).
Uno de los grandes objetivos de la España ilustrada durante la segunda mitad del siglo XVIII, fue la reproducción, a través de estampas, de las pinturas de las colecciones reales. Los primeros proyectos estuvieron protagonizados por Francisco de Goya, quien reprodujo algunas pinturas de Velázquez en 1778, o por Juan Barcelón y Nicolás Barsanti, que reprodujeron Los trabajos de Hércules pintados al fresco por Luca Giordano entre 1777 y 1785.
El 16 de noviembre de 1789, Carlos IV autorizó la creación de la Compañía para el grabado de los cuadros de los Reales Palacios con el objetivo de dar a conocer la riqueza de las colecciones reales y equiparase a otros países europeos. Esta empresa privada contó con la protección real y estaba formada por diversos socios procedentes de la nobleza madrileña, como el duque de Osuna y José Nicolás de Azara, quienes contactaron con grabadores franceses e italianos para llevar a cabo esta labor. En estos primeros momentos, la dirección artística estuvo a cargo de Manuel Salvador Carmona y de Francisco Bayeu, para el grabado y el dibujo, respectivamente. Según el Plan de la subscripcion á la coleccion..., las estampas se publicaron por entregas de seis ejemplares, a partir de febrero de 1794. El precio a los suscriptores fue de 288 reales cada entrega, y a los no suscriptores, de 360 reales. Además, de cada lámina se tiraron "100 estampas sin letra", cuyo precio fue el doble del de las otras (Continuación del Memorial Literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid. Tomo I, [agosto], Imprenta Real, 1793, pp. 257-63).
Las escasas ventas y el aumento de los gastos hizo que la situación económica de la Compañía fuese empeorando, siendo necesario un incremento de la ayuda privada. La mala calidad de los dibujos y la temática religiosa que predominaba en la colección, tal y como argumentó Azara, así como las carencias en el aspecto formal -la ausencia de orden, clasificación, o los tamaños dispares-, dificultaron que las estampas pudieran encuadernarse o que fueran empleadas en la decoración de gabinetes, lo cual llevó a la ruina a este proyecto, que duró escasos diez años. En 1800 se le propuso al rey que la Real Calcografía sufragara los gastos, y en 1812 se depositaron en la Imprenta Real las láminas y enseres varios. Finalmente, en 1818, las láminas ingresaron en dicha institución (Vega, J., Museo del Prado. Catálogo de estampas, Museo del Prado, 1992, pp. 222-223).
De un total de 95 dibujos preparatorios encargados para la colección se grabaron 74 láminas de cobre. De estas, 50 ingresaron en Calcografía: las 24 que ya había publicado la Compañía, y 26 más. Las 24 restantes, que habían sido grabadas, no fueron entregadas por los grabadores a la Compañía (Carrete, J., El grabado calcográfico en la España Ilustrada, 1978, pp. 28-31).