La reconvención a Adán
Hacia 1570. Óleo sobre lienzo, 191 x 287 cmNo expuesto
Sorprende que un pasaje de tanta trascendencia apenas cuente con representaciones pictóricas, abundantes sin embargo para el momento inmediatamente posterior de la expulsión del Paraíso. Tampoco la bottega Bassano lo frecuentó pese a prestarse a la exhibición de su maestría en la representación de animales, siendo ésta la única versión conocida. Jacopo recreó convincentemente el momento en que Yavhé descubría la desobediencia del hombre, que acarrearía su expulsión del Paraíso. Ajustándose con fidelidad al texto (Génesis, 3: 7-19), reprodujo el diálogo entre Yavhé y Adán recogido en los versículos 9-II. Adán aparece así con su ceñidor de hojas de higuera cubriéndole el pubis y Eva semioculta tras un árbol, tomándose como única libertad la ubicación celeste de Yavhé (la Biblia afirma que paseaba por el jardín), sumamente eficaz para subrayar la caída del hombre y la distancia, no sólo física, que se abría entre Dios y Adán.
La atribución de la pintura a Jacopo debe ser revisada en beneficio de una participación mayoritaria de Francesco, limitándose la paterna a la invención de la composición y al retoque de las figuras principales, sobre todo la de Adán. La gama de color fría y la pincelada más lineal y menos desecha son ajenas a Jacopo y más propias de Francesco en los años finales de la década de 1570. La diferente calidad en el tratamiento de los animales es también notoria, bastando para ello comparar los corderos con los presentes en la Entrada de los animales en el Arca (P22). Se ignora cómo adquirió Filiberto esta pintura, pero consta la temprana afición de los Saboya por Bassano. Ya Ridolfi citó al Duque Carlo, padre de Filiberto, entre los clientes de Francesco, y sabemos que durante su estancia en Venecia en 1582 compró al pintor tres obras: un Mercado, el Rapto de las Sabinas y la Fragua de Vulcano, conservadas en la Galleria Sabauda de Turín.
Falomir, Miguel, Los Bassano en la España del Siglo de Oro, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2001, p.96