Barco de cristal con un dragón, dos bichas y ruedas
Hacia 1610. Cobre, Cristal de roca / cuarzo hialino, Esmalte, Oro, Plata dorada, 20,5 x 36,5 cm. Sala 079B“Góndola” o barco formado por diversos elementos de cristal unidos mediante guarniciones. El cuerpo está labrado con roleos vegetales, cintas y ramos de frutos, con una reserva en la proa donde está grabado un candelabro rematado en un término. En la popa aparecen dos alas membranosas, de las que surge la decoración descrita, con detalles como delfines y dos sirenas en la parte baja. Sobre este cuerpo se levanta el armazón de la barandilla de popa, con cuatro plaquetas de cristal decoradas con águilas entre ramas. Una cabeza anillada, con boca abierta de dragón o felino, surge de la trasera. La guarnición de plata dorada tiene sobrepuestos de oro esmaltado en blanco, rojo y negro, con roleos y rosetas. Dos asas laterales en forma de bichas, se sujetan transversalmente al cuerpo. En la parte inferior, una estructura metálica sostiene tres ruedas de cristal.
Otros vasos con diversas funciones en las mesas de aparato, montados sobre ruedas, fueron realizados por los talleres milaneses o sus artífices, como el que, en forma de león alado de larga cola, se conserva en la Kunstkammer del Kunsthistorisches Museum (inv. 2331). En el Museo del Louvre existe otro (R 148), compuesto en realidad por dos, que se asienta sobre cuatro ruedas, obra quizás del entorno de los Miseroni. Por el estilo de la guarnición, Arbeteta opina que este vaso del Museo del Prado debe estar realizado hacia 1610 o el primer cuarto del siglo XVII, en un taller de buen nivel, pues la ejecución es de calidad, no correspondida por la del cristal de roca, si bien en este caso no se ha utilizado el recurso de grabar insectos para disimular las inclusiones y defectos del material. En la barandilla de popa, las escenas talladas en el cristal se han tomado del repertorio ornamental de Paul Birckenholtz (activo entre 1561 y 1633), Varii generis opera aurifabris necessaria.
La decoración es rica y bien realizada, como la de las ánforas vienesas de la Kunstkammer del Kunsthistorisches Museum (inv. 2392 y 2397), que cuentan también con la presencia de cintas con festones y colgaduras de frutos, elementos que el taller milanés mezcla con los más vigorosos diseños de roleos; también se advierte el recurso de enfatizar las hojarascas pegando a su perfil las líneas de granos, según se aprecia en la pareja de vasos del Kunsthistorisches Museum (inv. 2366 y 2364), con iguales guarniciones, que se pueden relacionar con algunos vasos del Museo del Louvre atribuidos a talleres milaneses del siglo XVI. Las bichas tienen un diseño parecido a las de las jarras O90 y O91 y el bernegal O87 del Museo del Prado, así como a las del jarro del Louvre MR 287, similar a los jarros de pico españoles.
En la parte superior, nueve engastes vacíos indican que tuvo piedras, si bien en el inventario de Versalles de 1689 ya se recoge su pérdida. Asimismo, faltan algunos de los radios de las ruedas. Puede verse el estado de la pieza en la segunda mitad del siglo XIX mediante la fotografía de Juan Laurent y Minier, “Drageoir en forme de navire, en cristal de roche taillé et gravé, montures d’argent et or avec émaux, XVIe siècle, règne de Henri III”, hacia 1879 (Museo del Prado, HF0835/53) (Arbeteta tiene presentado un texto sobre la revisión de la catalogación para su publicación).
Es una de las piezas pertenecientes al Tesoro del Delfín, el conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre. La adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1776 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.