Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros
1639 - 1640. Óleo sobre lienzo, 129,5 x 315,2 cmSala 029
Tras haber recibido el encargo para la Torre de la Parada Rubens sigue trabajando para la corona española en la decoración de la bóveda de Palacio del Alcázar. Este, junto con cuatro grandes lienzos para el Salón Nuevo del Palacio Real, serán los últimos encargos de Rubens hasta su muerte. De hecho éstas últimas cuatro obras no fueron terminados por él. Sabemos de estos encargos gracias a la correspondencia mantenida entre el cardenal infante don Fernando, gobernador de Flandes en ese momento, y su hermano el rey Felipe IV. Así en una carta escrita el 22 de junio de 1639 se dice: "(...) Las pinturas para la bóveda de Palacio se harán luego como V. M. manda". La Bóveda de Palacio era una de las estancias del conocido "cuarto bajo de verano", situado bajo el cuarto nuevo de la reina, donde el rey se retiraba en los meses de calor y considerado un lugar apartado e intimo. Allí colgaron un gran número de obras de Tiziano como Dánae recibiendo la lluvia de oro y Venus y Adonis junto a las demás poesie. Lo cierto es que a pesar de que las dieciocho obras fueron pensadas para este lugar el inventario de 1666 muestra diferentes localizaciones, por lo que es posible se pensara en otras estancias para su colocación una vez llegaron a Madrid.
Las pinturas fueron realizadas en colaboración entre Rubens y un artista denominado Esneire del que los historiadores dudan entre F. Snyders o P. Snayers, del que había obras en la colección real y que trabajó con Rubens puntualmente. En este caso se considera que se trata de F. Snyders, colaborador de Rubens en muchas ocasiones y que había trabajado con él pen tres encargos españoles; la decoración de la Torre de la Reina del Alcázar en 1623, las ocho obras traídas por Rubens en 1628 en su segundo viaje a España y en la Torre de la Parada. Las cartas nos permiten conocer a fondo el encargo e incluso el grado de colaboración entre Rubens y el otro artista, "(...)Todos (refiriéndose a Rubens) son de su mano y de Esneyre del uno las figuras y páises y del otro los animales". Las obras se terminaron en torno a 1640 y fueron enviadas un año después a España. El encargo contó con un total de 18 obras, ocho de mayor tamaño dedicadas al tema de la caza y diez más pequeñas sobre los trabajos de Hércules. Finalmente otras dos trataban sobre Hércules y Diana. No es la primera vez que vemos a Rubens trabajando en estos temas de cacerías y mitología para la corona española ni tampoco es la primera ocasión en la que la colección española recibe este tipo de obras, ya que el programa decorativo de la Torre de la Parada también incidía en estos dos temas.
Esta obra pertenece al primer grupo sobre cacerías. Diana aparece en el extremo derecho de la composición y sus ninfas son atacadas por un grupo de sátiros que las han sorprendido en un claro del bosque. La composición y las posturas de algunas de las figuras recuerdan a dos episodios pintados por Rubens para la Torre de la Parada y que contenían un tema similar: El rapto de Proserpina y el Rapto de Hipodamia. Sin embargo a diferencia de estos dos en este caso las ninfas luchan contra sus captores, destacando por encima de todas la figura de Diana cuyo rostro enfadado muestra una gran fuerza expresiva. Ella sujeta una gran lanza que dirige hacia uno de los faunos situado cerca de ella y que está agarrando a una de sus ninfas. Rubens idea una composición llena de movimiento en el que las figuras parecen moverse al ritmo de una música, todas en diferentes posturas, enriqueciendo la obra. Simbólicamente además utiliza una tonalidad diferente en los cuerpos: frente a la carnación más morena y cálida de los sátiros se impone la blancura de los cuerpos desnudos de las mujeres, algo que utilizará sobre todo en las últimas obras dentro de su producción. La factura y la ejecución de la pincelada nos muestra a un Rubens ya muy avanzado en su carrera y con una gran maestría y dominio de la técnica, que se aprecia por ejemplo en el fauno situado en último término cuyas patas están pintadas con una pincelada muy suelta para crear una mayor sensación de movimiento.
F. Snyders se encargó de los animales que complementan la composición. Este artista, uno de los más destacados animalistas de su generación, nos muestra su habilidad para pintar tanto a los vivos, como el perro a punto de atacar al fauno del segundo término o en los que tratan de morder al sátiro del centro, como a los animales muertos que vemos en primer término, creando una especie de bodegón que hace referencia a la caza.
Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado (marzo 2015).