El mono pintor
Hacia 1660. Óleo sobre tabla, 24 x 32 cmSala 077
Esta obra es parte de la serie de seis tablas con escenas de monos del Museo Nacional del Prado (P01805 a la P01810). El temario arranca del repertorio de Pieter Brueghel el Viejo y Peter Van der Borghts, y desde la Edad Media se asocia con la necedad del hombre; Teniers sintetiza con acierto la ambivalencia de la humanidad de su naturaleza animal. Se fecha en 1660, y la vivacidad de la pincela y la vitalista intencionalidad rompen la monotonía de las escenas.
Un mono con atributos de pintor bosqueja una idea, en un lienzo de caballete, en el ángulo izquierdo de un gabinete de pinturas; el cliente, un simio Semnopitecos entellus, con tocado de plumas, cadena de oro y bolsa sujeta a la cintura, observa atentamente su destreza. Teniers representa en un estudio de pintor, culto y coleccionista, y los cuadros que cubren los muros de la sala, como los gabinetes archiducales, se identifican de izquierda a derecha y de arriba abajo: Un bebedor, típico de la década de 1630 de la producción de Teniers, influida por Brouwer; un Paisaje nocturno; dos paisajes vistos fragmentariamente, y otros dos del estilo de Joost de Romper, y en la fila interior, una Natividad prácticamente irreconocible. La luz se intensifica en los tres cuadros expuestos en plano destacado: una batalla de Meulener o Snayers, un retrato masculino de busto, quizá un Autorretrato, y, de su estilo, un Paisaje con campesinos. El busto de las dos estatuillas y los pergaminos sobre la mesa de patas de delfín, esquinada entre los dos cuadros, testimonian el antiguo coleccionismo enciclopédico. Los teóricos renacentistas expresaron la finalidad de la pintura en la ilusión de vida, y definieron al pintor como el simio de la naturaleza (Texto extractado de Díaz Padrón, M.: El siglo de Rubens en el Museo del Prado: catálogo razonado de pintura flamenca del siglo XVII, 1995, p. 1386).