Exequias de un emperador romano
Hacia 1636. Óleo sobre lienzo, 335 x 488 cmNo expuesto
Giovanni Lanfranco pintó al menos seis obras que pueden relacionarse con el encargo para la decoración del palacio del Buen Retiro. Las cinco primeras forman parte de la colección del Museo del Prado -Auspicios de un emperador romano (P236); Alocución de un emperador romano (P2943); Exequias de un emperador romano; Gladiadores en un banquete (P3091) y Naumaquia romana (P235)-, y la sexta, Triunfo de un emperador romano con dos reyes prisioneros, pertenece a Patrimonio Nacional (Inv. 100113395).
Por su número y por la importancia de las obras realizadas, Lanfranco es el artista mejor representado del encargo de pinturas de la Historia de Roma, por ser, junto con Ribera, el más estimado por don Manuel de Fonseca y Zúñiga, sexto conde de Monterrey, virrey español de Nápoles desde 1631 hasta 1637.
No resulta fácil establecer la cronología de estas obras. El punto de partida es la información facilitada por el propio Lanfranco en una carta fechada el 10 de diciembre de 1637 y dirigida a Ferrante Carlo. Allí menciona un segundo encargo de Monterrey consistente en dos obras nuevas, que seguía a otro, concluido, y formado por un número de cuadros que no precisa. Según la propuesta más convincente de interpretación de esta carta, formulada por Erich Schleier, las tres obras de menor tamaño -Auspicios de un emperador romano, Naumaquia romana y Triunfo de un emperador romano-, probablemente correspondan al encargo inicial. Su carácter menos abocetado ha sido siempre considerado como un argumento a favor de esta propuesta. Además, no hay duda alguna de que la figura que tira de un cordero en el extremo izquierdo de los Auspicios fue reutilizada por Lanfranco en su Sansón y el león (Bolonia, Pinacoteca Nazionale), fechado entre 1635 y 1636. Eso y la técnica apurada que ambas comparten, de anatomías construidas con firmeza, y el violento sombreado que modela la musculatura en tensión, permite proponer una fecha para este cuadro, y seguramente también para la Naumaquia y el Triunfo, en torno a 1635.
Las mayores dificultades se han planteado con las otras tres pinturas, sin duda posteriores. Schleier advirtió que uno de los dibujos preparatorios para las Exequias presenta en el recto un estudio para la figura del Dios Padre del enorme cuadro de la Anunciación de la iglesia de las Agustinas Descalzas de Salamanca, fundada por Monterrey y concluida en torno a 1635 o 1636, fechas que podrían proponerse también para la Naumaquia. El procedimiento de trabajo empleado por Lanfranco para estas obras debió ser semejante al operado en otros encargos contemporáneos, con un inicio marcado por un minucioso estudio de las figuras. Se conservan al menos nueve dibujos relacionados con estas obras, en los que aparecen figuras enteras o detalles anatómicos. El cuadro mejor documentado es Exequias de un emperador romano, del que se conservan seis dibujos, casi todos ellos relativos a los gladiadores que luchan en primer plano. Por otra parte, resulta muy difícil concretar las influencias recibidas por Lanfranco de otros artistas. Se ha señalado en repetidas ocasiones la de Poussin, más evidente en las pinturas más tempranas, aunque parece necesario llamar también la atención sobre la importancia de Rubens.
A lo largo de las últimas décadas se ha tratado de establecer la existencia de una serie de cuadros relativos a la Historia de Roma, entre los que se encuentra esta obra, encargados por los representantes de Felipe IV en esa ciudad y en Nápoles a partir de una fecha cercana a 1634 para el palacio del Buen Retiro. Persisten veintiocho obras que pueden relacionarse con este proyecto (conservadas principalmente en el Museo del Prado y Patrimonio Nacional), a las que se pueden añadir otras seis más actualmente destruidas o cuyo paradero se desconoce, todas ellas citadas en la Testamentaría de Carlos II. En total, unas treinta y cuatro pinturas, el conjunto más numeroso de todos los del Retiro incluyendo el Salón de Reinos y sólo inferior en número a las escenas mitológicas que en esos mismos años el cardenal-infante don Fernando, hermano del rey, solicitaba a Rubens para la Torre de la Parada. Su número constituye el primer argumento que permite entender la importancia otorgada a este ciclo en el nuevo palacio (Texto extractado de Úbeda de los Cobos, A. en: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, pp. 169-170; 206-209).