La vuelta del hijo pródigo
Hacia 1570. Óleo sobre lienzo, 147 x 200 cmNo expuesto
Visualización de la conocida parábola del Nuevo Testamento (Lucas, 15: 11-32) que ilustra el arrepentimiento del pecador y la bondad del perdón. La ambientación encuentra su justificación en el banquete ofrecido por el padre para celebrar el retorno del hijo, en el que según el relato evangélico, se sirvió un becerro bien cebado. El pintor optó por recrear el carácter festivo del encuentro ignorando la airada protesta del primogénito (identificado a menudo con el pueblo judío) ante la acogida dispensada al pródigo benjamín (símbolo de los gentiles). En su plasmación, Jacopo siguió el esquema interior/exterior, y dio muestras de su conocimiento del arte flamenco al incluir motivos habituales en aquel como el buey desollado, el niño hinchando la vejiga, o el gato atacando al perro; elementos presentes en el Buey desollado de Marten van Cleve de hacia 1566 (Viena, Kunsthistorisches Museum, inv. 1970), en un grabado de Philipp Galle reproduciendo precisamente una Vuelta del hijo pródigo de Marten van Heemskerck de 1562, y en otro de Hyeronimus Cock del Otoño de Hans Bol de 15702. Más cuestionable es dilucidar si, al adoptar estos motivos, Jacopo asumía la dimensión satírica que poseían en origen. Sullivan, por ejemplo, ha relacionado recientemente el buey desollado que aparece en pinturas flamencas con el proverbio de Erasmo matar un buey, que encerraba una velada crítica a quienes gastaban por encima de sus posibilidades, mensaje inapropiado para la obra que nos ocupa, pues equivaldría a censurar como pródigo al padre en lugar del hijo.
Como las demás cocinas, ésta conoció un éxito considerable. Monaco grabó en el siglo XVIII una versión en la colección Savorgan de Venecia y la Galleria Doria Pamphilj de Roma conserva la única firmada (JAC.S ET /FRANC.S/FILIUS. P), de menor tamaño que la del Prado (100 x 124 cm), y que se ha emparejado con Cristo en casa de Marta y María (Sarah Campbell Blaffer Foundation de Houston, inv. 79.13) por sus similares dimensiones (98 x 126 cm). Ballarin atribuye a Francesco una réplica subastada por Sotheby´s New York el 10 de octubre de 1991. La notable calidad de la versión del Prado, y la evidencia visual de la participación de al menos dos pintores en su ejecución, respondería a la forma de trabajo de la bottega Bassano, con Francesco ejecutando grandes áreas (suyas serían las figuras en primer plano a la izquierda) y Jacopo reservándose algún motivo (como el del reencuentro entre padre e hijo), y la corrección y acabado general. Los retoques de Jacopo explicarían el abundante craquelado de la superficie pictórica, especialmente llamativo en los rostros de los personajes, la parte más delicada del conjunto. Según Rearick, el Louvre conserva un ricordo de esta obra (Texto extractado de Falomir, M.: Los Bassano en la España del Siglo de Oro, Museo Nacional del Prado, 2001, pp. 72-73).