Orfeo y Eurídice
1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 196,5 x 247,5 cmSala 079
Este episodio es la continuación del lienzo de E. Quellinus La muerte de Eurídice (P 1630). Así lo leemos en el libro X de las Metamorfosis (1-139:) "(...) Después de llorarla mucho el poeta rodopeo hasta las brisas etéreas y para no dejar de tantear incluso a las sombras, osó descender hasta la Estige por la puerta del Ténaro(...). Mientras así decía y movía las cuerdas al son de sus palabras, lo lloraban las almas sin vida(...) ni la regia esposa ni quien rige lo más profundo, se atreven a decir que no a quien suplica y llama a Eurídice. (...) El rodopeo Orfeo la recibió junto con la condición de no volver hacia atrás sus ojos hasta haber salido de los valles del Averno o el regalo quedaría sin efecto".
En este lienzo no vemos el fatal desenlace que tendrá la historia de estos dos enamorados ya que, poco antes de llegar al final del Hades, Orfeo se dio la vuelta para contemplar a Eurídice y ésta volvió de nuevo al inframundo, tal y como habían prometido Plutón y Proserpina. El lienzo fue realizado por Rubens y su taller y muestra unos cambios con respecto al boceto inicial que llevaron a pensar a S. Alpers, autora del único estudio completo del encargo de Rubens para la Torre de la Parada hasta la fecha, en la mano del maestro en esta y otras obras con cambios significativos en los gestos, además del propio estilo del pintor. Los cambios con respecto al boceto, conservado hoy en la Kunsthaus (Ruzicka-Stiftung) de Zürich, se observan en la composición arquitectónica y la posición de las figuras tanto de los dioses que hablan entre ellos como de Orfeo, que cambia la mirada con respecto al boceto y la propia Eurídice que mira de forma diferente a los dioses que la acaban de liberar. En el caso de esta obra en particular se conserva un posible dibujo preparatorio de la propia mano de Rubens para la figura de Plutón conservado en el Gabinetto Nazionale delle Stampe de Roma. En la composición el artista ha separado muy claramente los dos ámbitos no solamente por la agrupación misma de las figuras en grupos de dos sino también en el contraste de color y luminosidad entre Eurídice, inspirada en la iconografía de la Venus púdica, blanca y radiante con respecto a los dioses del inframundo sumidos en sombras.
Los lienzos para la Torre de la Parada fueron realizados en torno a 1636-1638 aproximadamente, siguiendo la correspondencia entre el Cardenal Infante Don Fernando, gobernador de Flandes en el momento del encargo, y su hermano el rey Felipe IV.
La decoración de la Torre de la Parada, en cuyo proyecto también participaron otros autores como Velázquez, fue el mayor encargo que Rubens recibió de Felipe IV. A partir de 1636 se enviaron desde Amberes a Madrid más de sesenta obras para esta casa de recreo situada en los montes del Pardo. La mayor parte de las escenas narraban las pasiones de los dioses, según fueron descritas en las Metamorfosis del poeta romano Ovidio y otras fuentes clásicas. Para llevar a cabo un proyecto tan amplio, Rubens realizó pequeños bocetos sobre tabla, donde capta la esencia moral de las historias y las actitudes de los personajes. Estos bocetos sirvieron de base para la elaboración de los lienzos definitivos.
El Museo del Prado conserva diez de los bocetos de Rubens, nueve de ellos donados en 1889 por la duquesa de Pastrana, y uno adquirido en el año 2000. El Prado también conserva la mayoría de los lienzos realizados a partir de los diseños de Rubens para la decoración de este lugar(muchos de los cuadros fueron pintados por otros artistas).
(Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, 2014).