Sagrada Conversación con Santiago, San Fernando, Don Pelayo e Isabel la Católica
1841. Lápiz sobre papel vegetal, 358 x 240 mmNo expuesto
La fascinación que sintió en Roma por la pintura del Renacimiento italiano y el contacto con los pintores nazarenos, sobre todo Friedrich Overbeck (1789-1869), llevaron a Madrazo a abordar algunas obras de género religioso. Una de ellas la planteó incluso como sacra conversazione, al modo renacentista, pero es representativo de su obsesión por el asunto histórico de la Reconquista que incluyera en ella a Pelayo. Varias menciones en su epistolario y seis dibujos (D07188; D07199; HF636 y HF639, dos fotografías de un dibujo perdido de Madrazo; D07003 y D07002) atestiguan el interés que tuvo en esta obra, que reunía las efigies de los protagonistas del inicio y el final de la Reconquista, pues se hallaba también en ella Isabel la Católica. En este dibujo el artista prescindió de la división en dos registros y sustituyó la Inmaculada coronada por los ángeles por una Madonna sentada en un trono bajo una hornacina avenerada sobre pilastras torsas, ante un fondo de arquerías sobre columnas con pulvino de resonancias bizantinas, en un marco fingido con enjutas decoradas con círculos. Los ángeles desaparecen a excepción de dos, que flanquean a la Virgen, mostrada, en cambio, con su Hijo en actitud de bendecir. La composición, entonces mucho más cercana a las Sagradas Conversaciones renacentistas, aparecía apretada a pesar de que, al reducirse el espacio, el autor eliminó los atributos del lábaro y la cruz de la Victoria. El pintor se propuso realizar a su vuelta a España un cuadro con las figuras de tamaño natural, a partir de los estudios realizados, aunque no llegó a hacerlo.