Copa en forma de artesa
Siglo I a.C.. Esmalte, Heliotropo, Oro, Serpentina, 10,4 x 15,6 cmSala 079B
Copa alta formada por un fragmento antiguo de serpentina y un pie y vástago de heliotropo. El cuerpo, de boca rectangular, se une mediante una guarnición de anillo y hojas esmaltadas al pie abalaustrado, con nudo bajo, entre golletes de oro esmaltado. De planta oval, tiene perfil redondeado y rica faja de hojas caladas en oro esmaltado. Los esmaltes son opacos y consisten en leves trazos negros y púrpuras sobre fondo blanco. La guarnición pertenece al tipo de las llamadas “hojarascas” de las que existen abundantes ejemplos en el Prado O33, O35, O36, O37, O38, O39, O43, O44, O45, O46, O47 y O49 y en su colección hermana del Louvre MR 187, OA 5379 y MR 466, hasta el punto que se puede suponer que los mismos plateros trabajaron conjuntamente para Luis XIV y su hijo el Delfín, dada la similitud de ciertos vasos y ornamentos.
Tras la Guerra de Independencia perdió las asas, formadas por dos delfines de oro esmaltado en colores. Es imposible conjeturar adecuadamente sobre cómo era su aspecto, ya que ningún inventario antiguo las describe con detalle, y solo cabe imaginar sus volúmenes estudiando el hueco que ocupaban en el estuche, que muestra cómo estaban colocadas transversalmente, más altas que el borde de la copa, e inclinadas hacia el interior.
Los referentes para esta copa proceden de una moda que reinterpretaba modelos clásicos, siguiendo diseños como los de Pietro Cerini en Roma, o Louis Rupert de Metz, quien editó en Paris en 1668 un repertorio para diversas joyas; pronto la moda derivó hacia formas más complejas, como por ejemplo, los grabados del monogramista PC, activo en París entre 1672-1676, y, especialmente, los seres fantásticos de Hieronymus von Bömel. En la joyería española del cambio de centuria se acusa la inspiración, casi exclusiva, de los diseños de Cerini, aplicables al metal cincelado, mientras que en Francia, predominó el estilo del resto de los autores citados con preferencia por las superficies esmaltadas.
Se conserva la fotografía de Juan Laurent y Minier, Vase, prase avec pyrite de fer, montures d’or et émail, XVIIe siècle, règne de Henri IV (HF0835/14), que permite conocer el estado de la obra hacia 1879.
El Tesoro del Delfín es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre; la adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, guardados en sus cajas, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1778 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.