Aquiles descubierto entre las hijas de Licomedes
1630 - 1635. Óleo sobre tabla, 107,5 x 145,5 cm. No expuestoModelo para el tapiz del mismo tema, Aquiles descubierto entre las hijas de Licomedes, perteneciente a una serie de ocho tapices cuyo protagonista es el héroe griego. En comparación con otros cometidos de Rubens, La historia de Aquiles fue un proyecto de menor envergadura. Sin embargo, la calidad de los bocetos, modelos y tapices relacionados con esta serie hacen de ella un proyecto de la mayor importancia.
En el siglo XVII, el pintor Pieter van Lint dibujó una copia reducida de una de las versiones del tapiz, en la que anotó la palabra "traicionado". Con este término, el pintor resumió la esencia de la historia representada. Para evitar que su hijo Aquiles se viera obligado a acompañar a los griegos a Troya, Tetis le llevó a la isla Esciros. Vestido de doncella, fue a vivir con las hijas del rey Licomedes. Los griegos, sin embargo, descubrieron su escondite y enviaron a la isla a Ulises y a Diomedes, quienes, disfrazados como mercaderes, obsequiaron a las hijas del monarca con objetos considerados típicamente femeninos. Entre ellos, Ulises había introducido una serie de armas con el fin de despertar la masculinidad de Aquiles, que se traicionó a sí mismo interesándose de inmediato por el armamento. Según algunos autores clásicos, Ulises se hizo acompañar incluso de un trompetista para azuzar aún más los deseos marciales de Aquiles. Según estas fuentes, el héroe griego, al oír el sonido de la trompeta, se rasgó las vestimentas femeninas, cambiándolas por la armadura. Durante su estancia en Esciros, Aquiles se había enamorado de Deidamia, la hija más hermosa de Licomedes, y como resultado de ese amor la princesa había quedado embarazada (de ella nacería Neoptolemus). Rubens ha representado a Aquiles en el momento en que éste se traiciona a sí mismo poniéndose el yelmo. Su amada Deidamia, rodeada de sus hermanas, le mira llena de temor, como si se apercibiera del dramatismo de la situación. Los dos falsos mercaderes se hallan en el lado opuesto. Ulises, representado con turbante, se gira tapándose la boca con una mano, como pidiendo silencio a una figura que no aparece en la escena. Tal vez estemos ante una sutil alusión al trompetista mencionado anteriormente, a quien Rubens no pintó: Ulises le indica al músico que aún no toque la trompeta. Como es habitual, los dos termes están directamente relacionados con la escena representada. En el de la izquierda, que representa el engaño, un zorro simboliza la astucia, en tanto que la diosa Minerva, acompañada de un pequeño búho, personifica la sabiduría.
Este modelo se diferencia del boceto en numerosos detalles, aunque en un primer momento ambas obras seguramente serían prácticamente idénticas. La mayoría de las modificaciones se introdujeron en una segunda fase. En el modelo, el termes que personifica la astucia está representado con una máscara, al tiempo que su cabeza se inclina un poco más hacia la izquierda que en el boceto. La máscara se ha deslizado de su rostro, lo cual parece simbolizar el final del disfraz de Aquiles. Las guirnaldas poco elaboradas del boceto están repletas de flores en el modelo. Los elementos arquitectónicos del fondo se trasladaron del boceto al modelo con sumo esmero. Tan sólo llaman la atención dos diferencias: el capitel de una de las columnas del fondo a la izquierda ha desaparecido bajo el fuste, y se ha alterado el perfil de la balaustrada. Las figuras también coinciden en gran parte con las del boceto.
En este cuadro, el reparto de las tareas entre Rubens y los miembros de su taller se realiza de forma diferente a la que se aprecia en La educación de Aquiles (P2454). Como sucede en otros casos, lo más seguro es que los termes, los elementos arquitectónicos y la cartela fueran realizados por un colaborador, en tanto que el principal grupo de personajes, integrado por Deidamia y sus hermanas, es obra exclusiva de Rubens. Los tres hombres y el pequeño perro también son en gran parte atribuibles al propio maestro. A diferencia de lo que ocurre con otros modelos de la serie, en este caso, Rubens no retocó figuras realizadas por un miembro de su taller, sino que el ayudante pintó primero los elementos arquitectónicos del fondo, dejando reservado un hueco sin pintar para que el maestro lo rellenase con las figuras. Mientras que en otros modelos se reservan al maestro algunos espacios para detalles secundarios como las cornucopias o los bodegones del primer plano, en este caso, se reserva el espacio que ocupan las figuras principales (Texto extractado de Lammertse, F.; Vergara, A.: Pedro Pablo Rubens. La historia de Aquiles, Museum Boijmans Van Beuningen-Museo Nacional del Prado, 2003, pp. 85-92).