Danza de personajes mitológicos y aldeanos
1630 - 1635. Óleo sobre tabla, 73 x 106 cm. No expuestoEste grupo de personajes danzantes se arremolinan unos junto a otros en este claro del bosque. Por sus vestimentas podríamos identificar campesinos pero hay dos figuras, un sátiro y el dios Baco con su corona de laurel, que llaman la atención. Se ha comparado esta obra con las escenas campesinas pintadas por Pieter Bruegel el Viejo y su hijo Jan Brueghel el Viejo. A pesar de la clara relación con estos artistas los personajes de Rubens parecen algo alejados de la realidad, como si participaran de otro tipo de danza.
Sus personajes asemejan más italianos que flamencos, como italiana parece la arquitectura que vemos al fondo. Sus vestidos de vivos colores son muy livianos y alejados de los que se observan en los cuadros de sus compatriotas. Además la escena muestra una sensualidad acentuada por el movimiento de los personajes, donde vemos como algunos de los hombres tratan de besar a las mujeres, y por los vestidos de éstas, que dejan entrever sus pechos. En realidad Rubens parece estar reflejando lo que ha leído en las églogas y la literatura pastoril, como la obra del italiano Jacopo Sannazaro, Arcadia, inspirada en la literatura clásica. Así la escena muestra una celebración bacanal disfrazada de escena de género contemporánea.
La composición esta trabajada de una manera magistral, imprimiendo un movimiento que se desliza por los brazos entrelazados de los personajes y las posturas de sus pies. La luz entra por diferentes puntos, alejándose de una luminosidad real. La vemos a través de los árboles, desde el segundo plano, y enfatizando las figuras frontalmente. La técnica es suelta, no sólo en los elementos naturales, como los matorrales del primer término o en la factura de los árboles, sino también en las propias figuras, donde incluso se aprecia la preparación de la tabla. Fechada en torno a 1630-1635 el artista ha estado en España por segunda vez y ha copiado y estudiado los Tizianos de la colección real, lo que explica la pincelada suelta.
Tras la muerte de Rubens en junio de 1640, su familia puso a la venta sus bienes y sus pinturas, a la que acudieron compradores de toda Europa. Felipe IV tuvo la ocasión perfecta no solo para acrecentar la colección española de pinturas de Rubens sino también para adquirir obras de otros artistas flamencos, como Van Dyck, que el artista atesoraba en su colección. El infante cardenal Don Fernando, hermano del rey y gobernador de Flandes en ese momento, mantuvo una correspondencia con su hermano en la que nos habla de la intención del monarca de adquirir obras en esta almoneda. Así en septiembre de 1640 escribe: "(...) las que tiene Rubens en su casa son muchas y muy buenas, y por no errar y acertar mejor el gusto de V. M. le envio esta memoria de todas, para que me mande lo que fuere servido, que no hay peligro en esperar la respuesta de V.M. porque quieren imprimir esta memoria y enviarla por toda Europa". El ayuda de cámara Francisco de Rojas estuvo al cargo de la compra.
Esta obra, con el número 103 del inventario, denominada "una obra de aldeanos italianos bailando", aparece inventariada en la Pieza larga donde su magd. comía en verano, una de las estancias pertenecientes a los apartamentos de verano del rey, las "Bóvedas", del Alcázar de Madrid junto con Ninfas y sátiros (P1666).
Información revisada y actualizada por el Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado (marzo 2015).