La Visitación
Hacia 1663. Óleo sobre lienzo, 206 x 290 cmDepósito en otra institución
La interpretación del tema tradicional presenta algunos elementos característicos del espíritu dinámico del artista. Santa Isabel parece precipitarse sobre la Virgen con un amplio movimiento traducido en lo oblicuo de su posición, que a Angulo hacía evocar un ímpetu similar al de Alonso Berruguete, cuyo retablo en las Úrsulas de Toledo seguramente conocería Rizi. San Zacarías alza los brazos en gesto expresivo y la presencia del asno que San José lleva del ronzal, añade un elemento de pintoresquismo realista. La belleza del color, con ricos carmines y verdes hoja, son muy característicos, a pesar del general oscurecimiento del lienzo.
Los cuatro lienzos conservados en el Museo del Prado (La Anunciación, P05319; La Visitación, P03136; La Adoración de los Reyes Magos, P05318; y La Presentación de Jesús en el Templo, P02962), y alguno más, destruido, formaron parte de una serie, por ahora de destino desconocido, pintada en torno a 1663, fecha en que se halla firmada La Anunciación. Como ya indicó Angulo (1958) al dar a conocer algunas de sus piezas, su formato apaisado obliga a pensar, no en un retablo, sino en una serie destinada a las naves de un templo, a las galerías de un claustro o a la sacristía de algún templo importante.
Pasaron al Museo de la Trinidad donde unos se recogieron bajo el nombre de Rizi y otros como anónimos. No todos pasaron al Catálogo de Cruzada, dispersándose luego al depositarlos, en diversas instituciones. El Nacimiento, depositado en 1882 en el Tribunal Supremo, desapareció en el incendio de 1915, sin que quedase de él recuerdo gráfico alguno. Otro lienzo, de dimensiones casi idénticas, representando a San Juan Bautista predicando, depositado en 1893 en la Capilla de la desaparecida Sociedad de Protectores de los Pobres, y hoy en paradero desconocido, es dudoso que perteneciese al mismo conjunto.
La serie supone uno de los momentos de plenitud y madurez del artista, al filo de sus cincuenta años y algunas de sus piezas pueden considerarse obras maestras de su producción (Texto extractado de Pérez Sánchez, A. E.: Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo. 1650-1700, Ministerio de Cultura, 1986, pp. 252-253).