No te escaparás de mis manos
Primer tercio del siglo XIX. Aguada, Pluma sobre papel verjurado, 310 x 210 mm. No expuestoCentra con su masa, movimiento e iluminación un joven –con capa y las piernas desnudas- que intenta rechazar y escapar de una mujer que lo atrapa, de rostro achatado –feo y pretendidamente soez-, con un pie sobre el peldaño inferior de una escalera por la que, a la izquierda, desciende una joven empujando al acosado mancebo. A la derecha asoma parte de un catre de madrea con abultado colchón encima. Por detrás de éste y la espalda de la central y libidinosa figura femenina, aparecen en la penumbra dos bellas jóvenes, de corte clasicista, como la de la izquierda. En el suelo en primer término varios objetos, quizá de significado simbólico: una espuerta –el trabajo abandonado-…, un sombrero y unas tijeras –la frívola elegancia y los sastreriles y peluqueriles cuidados-…, una guitarra –el malsano jolgorio…-y un brasero –acaso simbólico enser de los peligros que pueden iniciarse con la demasiada intimidad doméstica-…. Fondo oscuro.
A lo profano, puede considerarse cierta especie de versión del bíblico y casto José.
Aun habida cuenta del agitado movimiento del joven, parece inspirado en la visión de las obras de concepción neoclásica. En tres de las figuras femeninas se acierta a idealizar, aun cuando dos de ellas –las de a la derecha- sean un simple relleno compositivo.
Muestra su condición de contracapricho, respecto a los Caprichos de Goya, pues no deja de mostrar la virtud de la castidad al versar de el fuego de la lujuría.
Forma parte de la serie formada por 24 dibujos (de D4906 a D4929) que representan los pasajes de la vida relajada y el fin de ella. (Texto extractado de Puente, Joaquín de la., Unos Contracaprichos de José Zapata, Boletín del Museo del Prado, 1990, pp. 51-66)