Paisaje con ermitaño predicando
1639 - 1641. Óleo sobre lienzo, 212 x 157 cm. No expuestoIngresó en el Museo como original de Herman van Swanevelt, atribución que se ha mantenido en los catálogos posteriores y que es aceptada por todos los autores. En los catálogos antiguos del Museo figura como compañero de Paisaje con familia de pescadores al atardecer (P02141).
En el último inventario general de pinturas (1990) figura como Paisaje con San Pablo predicando. Capitelli (2005) propone identificar al predicador con San Sebaldo, un anacoreta de Nürenberg incluido en la serie de grabados Oraculum anachoreticum, dedicada a Clemente VIII Aldobrandini y publicada en Roma en 1610 por Jan y Raphael Sadeler sobre dibujos de Marten de Vos.
La luz entra por la izquierda, de forma que ilumina el grupo de oyentes situados a la derecha bajo la frondosa arboleda, mientras que deja en sombra el lado izquierdo, donde figura el monje, de espaldas al espectador, junto a un árbol seco. Una cálida luz envuelve el fondo, donde entre la frondosa vegetación emergen una fortaleza y diversas edificaciones. El horizonte está cerrado por montañas. Como señala Steland (2009), el esquema compositivo deriva de las escenas con la predicación de San Juan Bautista. El tratamiento de las hojas y de los troncos de los árboles es característico de Van Swanevelt.
La radiografía revela un marcado trazo de luz perfilando las montañas del fondo de manera muy similar al que se puede constatar en las radiografías de los paisajes verticales de Jan Both, en especial La salida al campo (P02060), lo que permite plantear su colaboración. Las figuras, no están superpuestas al paisaje como ocurre en los paisajes horizontales, sino que el espacio para ellas está previamente reservado. Luna (1984) y Barghahn (1986) no las consideran originales de Swanevelt. Sin embargo, Steland las atribuye con acierto al pintor y las relaciona con las que pueblan algunos de los paisajes realizados por el pintor en sus últimos años en Roma. Pero, además, la tipología, los agrupamientos, las actitudes y vestiduras de estas figuras permiten relacionar este paisaje con escenas de tema bíblico pintadas por Van Swanevelt en esos años.
La formidable campaña de adquisiciones de obras de arte organizada por el conde-duque de Olivares en los años cuarenta del siglo XVII para decorar los amplios espacios del palacio del Buen Retiro de Madrid incluía un número muy notable de paisajes. No podemos precisar cuántos de ellos, poco menos de doscientos, fueron comprados en Flandes o en España, ni cuáles procedían de colecciones particulares o de otros Reales Sitios, pero podemos establecer con certeza, gracias a las obras que se conservan en el Museo del Prado y a los documentos localizados hasta la fecha, que el palacio del Buen Retiro se enriqueció con numerosos paisajes pintados para la ocasión por artistas activos en Roma.
Se encargó como mínimo, una serie de veinticuatro paisajes con anacoretas y una decena de paisajes italianizantes, obras de gran formato realizadas por diferentes artistas. Sólo una parte de estas pinturas han llegado hasta nosotros y en la actualidad se conservan principalmente en el Museo del Prado.
Encargadas entre 1633 y 1641 en Roma, estas pinturas de paisaje componían, una vez expuestas en el Buen Retiro, una temprana antología de ese nuevo pintar del natural que, en años venideros, exportaría a gran parte de Europa una nueva sensibilidad hacia los efectos lumínicos y la atmósfera de la campiña romana, lo que representaba uno de los muchos aspectos de la clasicidad (Texto extractado de Posada Kubissa, T.: Pintura holandesa en el Museo Nacional del Prado. Catálogo razonado, 2009, p. 228; Capitelli, G. en Úbeda de los Cobos, A.: El Palacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, Museo Nacional del Prado, 2005, p. 241).