Plaza partida
1825. Litografía a lápiz, Raspador sobre papel avitelado, 418 x 538 mm. No expuestoAunque la litografía ya había sido en Madrid objeto de su interés, fue en Burdeos donde exploró verdaderamente las posibilidades expresivas de este nuevo medio. En noviembre de 1825, un año después de su llegada a la ciudad, realizó las cuatro estampas de los Toros de Burdeos, de las que hizo una tirada de 100 ejemplares en el taller del célebre litógrafo Cyprien Gaulon. La litografía se adaptaba a las necesidades de un Goya octogenario; podía ejecutarse rápidamente, pues consistía en dibujar directamente sobre la piedra, de forma que la espontaneidad era su cualidad esencial. Estas litografías tienen un estilo muy próximo al que empleó simultáneamente en los dos álbumes de dibujos de Burdeos. En ambos medios Goya dará rienda suelta a su capacidad de invención a partir de hechos puntuales vividos, en ocasiones recuerdos más o menos lejanos, como las escenas taurinas, y en otras más cercanas, como los personajes populares vistos en las calles francesas.
Los trazos del lápiz graso sobre la piedra, de diferentes grosores e intensidades, combinados con los efectos del rascador utilizado para sacar líneas blancas, darán lugar a composiciones muy vibrantes en las que una vez más representa una fiesta de los toros caracterizada por la violencia y la irracionalidad que lleva aparejada. Las multitudes que habían hecho acto de presencia en los Desastres y muy especialmente en la Tauromaquia, adquieren en estas estampas un notable protagonismo, con fisonomías muchas veces deformes y rostros aterrorizados. Estas estampas son la expresión del carácter de Goya, fiel a sus convicciones estéticas e ideológicas, y siempre dispuesto a seguir experimentando. Quizá la libertad formal al tiempo que su carácter trágico motivaron, al igual que ocurrió con los grabados de la Tauromaquia, su tardío éxito. Hoy sin embargo son consideradas uno de los momentos culminantes del arte de la litografía y de la obra de Goya.
Goya representó en la estampa Plaza partida, con una renovada libertad estilística, la esencia de las corridas de toros, en las que el valor y la muerte protagonizaban por igual las composiciones. Pese a su avanzada edad, Goya demostró la seguridad de su pulso y su dominio técnico a la hora de dibujar sobre la piedra con lápiz y raspador (Texto extractado de: Plácido Arango Arias. Donación de 25 obras maestras de su colección de arte antiguo al Museo del Prado, Museo Nacional del Prado, 2015).