Proclamación de Brujas
Hacia 1797. Aguada, Lápiz rojo sobre papel seda, 200 x 135 mmNo expuesto
El Museo del Prado conserva una serie de veintitrés dibujos, todos ellos ejecutados a la aguada roja sobre papel blanco, con variaciones de escenas preparatorias para los Caprichos, más algunas que fueron descartadas de la edición definitiva. En tres ocasiones estos dibujos repiten con variantes, como esta Proclamación de brujas, las tempranas composiciones a pluma que tituló Sueños, primeras ideas del gran proyecto de los Caprichos. Este conjunto de dibujos, tanto los relacionados con los Sueños como los que presentan otras escenas, se caracteriza por el empleo exclusivo de la aguada roja que resulta impactante para este periodo de fines del siglo XVIII al que parecen corresponder, y se conservan todos en el Museo del Prado. En tres de estos dibujos, los relacionados con los Caprichos titulados Qual la descañonan, Lo que puede un sastre y Trágala perro, se advierte claramente la huella de la plancha de cobre, es decir que pudieron ser los utilizados para la estampación de esas escenas.
Proclamación de brujas es de los dibujos que no presentan la huella de la plancha, que sí mostraba el Pregón de brujas, de composición similar. Su título es moderno, al no existir inscripción alguna de mano de Goya sobre su significado. La definición de los detalles y del asunto que evidenciaba el Pregón de brujas no resulta tan clara en la Proclamación. Mientras que en aquél la figura del monje dominico al fondo, aquí descartada, o de la vieja leyendo explicaban el significado de la imagen en relación a la Inquisición y a las actividades "médicas" de las brujas, en la Proclamación el asunto es visualmente más directo, pero con menor trasfondo en su significado. Se mantiene sin apenas variantes la figura de la bruja joven insuflando aire por la boca del niño, que lo expele también por el trasero como si fuera una trompeta, infiriéndose la fuerza del sonido y la velocidad de la ventosidad. Sin embargo, la rectificación de los contornos de la parte inferior del cuerpo de la bruja, de la cintura hasta los muslos, que eran originalmente idénticos a los de la exuberante joven del Pregón de brujas, indica que la Proclamación procede de aquél, siendo por ello una remodelación de la composición para expresar otra idea. La joven tiene aquí un cuerpo más esbelto y no parece por ello estar embarazada como en el Pregón de brujas, por lo que no busca transmitir vida sino que simplemente se aprovecha del niño como si fuera una trompeta con la que lanzar al aire su llamada al aquelarre. El niño del fondo sirve también a los intereses del brujo desnudo que ríe malignamente, actuando como atril para los dos libros que este consulta. La "mujer sabia" de la composición anterior ha dado paso a esta otra figura brutal y masculina a cargo ahora de los libros de conjuros. En este caso el brujo defeca sobre la boca abierta de una cabeza gigantesca en primer término, que con los ojos cerrados y expresión de íntima satisfacción va deglutiendo los excrementos de aquél, alimentándose del producto de sus lecturas, es decir de sus ideas perversas. El artista parece haberse centrado exclusivamente aquí en las siniestras actividades de los brujos, que utilizan a los niños para sus conjuros y maldades en lugar de velar por ellos y propiciar su educación. En ese sentido, la cabeza gigantesca, de cuyo cuerpo solo se adivina el hombro y el brazo detrás de la bruja y del niño, se convierte en metáfora genérica de hombres y mujeres, cómplices pasivos de la maldad, simbolizada en los brujos de cuyos actos e ideas se alimentan sin pensar en ello, es decir, con los ojos cerrados.
Goya: luces y sombras. Obras maestras del Museo del Prado, Tokyo, The Yomiuri Shimbun, 2011, p.136-137