Alocución del marqués del Vasto a sus soldados
1540 - 1541. Óleo sobre lienzo, 223 x 165 cmSala 025
Alfonso de Ávalos, primer Marqués del Vasto, nació en Ischia el 25 de mayo de 1502 en el seno de una noble familia napolitana de origen castellano. Luchó en Pavía (1525) a las órdenes de su tío Fernando de Ávalos, Marqués de Pescara, del que heredó a su muerte ese año sus títulos y estados. En 1535 mandó el ejército que conquistó Túnez y, en 1538, fue nombrado gobernador de Milán y comandante del ejército imperial en Italia. Su desastroso gobierno en Milán y la derrota ante los franceses en Ceresola en 1544 mermaron su prestigio y lo desacreditaron ante el emperador. Murió en Vigevano el 31 de marzo de 1546.
Pese a considerarse un retrato de Ávalos, la Alocución no es tal y sí un cuadro de historia que ilustra un suceso de 1537 recogido por Paulo Giovio en el Libro XXXVII de la Historia sui temporis, cuando Ávalos sofocó gracias a su esclarecida y militar elocuencia un motín de las tropas españolas acantonadas en Lombardía. A fines de 1539 Ávalos acudió a Venecia con Giovio y encargó la Alocución a Tiziano, quien ya le había retratado en 1531 por mediación de Aretino (París, Louvre). Que Ávalos, uno de los más célebres militares de su tiempo, eligiera conmemorar un episodio tan prosaico se explica por circunstancias políticas. La alocución es un alegato en defensa de su actuación en los sucesos de 1537 dirigido a los milaneses, molestos por haber proporcionado el dinero que calmó a la soldadesca, y al emperador, que había censurado sus concesiones a las tropas frente a la firmeza mostrada en una situación similar por Ferrante Gonzaga. Ávalos enfatizó su habilidad para sofocar pacíficamente la rebelión, y su sacrificio al dejar a su hijo Francesco Ferrante (el niño con el yelmo) como rehén en garantía de sus promesas. Pero para los humanistas del siglo XVI, la adlocutio ejemplificaba también la fidelidad de las tropas hacia su comandante, lo que convertiría la pintura en una reafirmación de la posición de Ávalos al frente del ejército imperial en Italia. La finalidad propagandística del cuadro quedó patente al exhibirse públicamente al llegar a Milán en el verano de 1541, coincidiendo con la visita de Carlos V a la ciudad. Satisfecho del resultado, Ávalos concedió a Tiziano, que entregó personalmente el cuadro, una pensión anual de 50 ducados.
En la plasmación de estas aspiraciones Tiziano aunó satisfactoriamente historia contemporánea y mundo clásico. Clásico era el tema de la adlocutio, habitual en la historia y el arte romano, y clásico el modo como la representó, con Ávalos arengando a las tropas desde un estrado o suggestus y captando su atención con el brazo derecho elevado, como aconsejan los manuales de oratoria. El ambiente en el que se fraguó la obra delata igualmente la importancia de los referentes clásicos. Ávalos supo de la evolución del cuadro por el Aretino, que no dudaba en compararlo con Julio César y cuya labor de mediación se plasmó en la pintura, al incluirlo Tiziano como el soldado con coraza inmediatamente detrás del piquero en primer plano.
También para el diseño de la composición contaba con modelos romanos, como los relieves del Arco de Constantino, o una moneda de Gordiano III, de hacia 242 d. C., aunque desde finales del siglo XV, la representación de la adlocutio era habitual en el arte italiano, citándose como precedente La alocución de Constantino de Giulio Romano en el Vaticano, que Tiziano conocería por sus contactos con Giulio en Mantua. En Venecia la adlocutio fue objeto de representaciones desde mediados del siglo XIV, como muestra una adlocutio ecuestre de Julio César en un manuscrito de De vita Caesarum de Suetonio (Fermo, Biblioteca Comunale, Cod. 81). Otros referentes son contemporáneos, como la armadura de Ávalos, copiada de una de Girolamo Martinengo de Brescia, a quien se la solicitó el Aretino el 15 de febrero de 1541, o la figura del piquero de espaldas, derivada de un grabado de la Gran Pasión de Durero. Tanto esta figura como las de Aretino y el propio Ávalos reaparecen en el Ecce-Homo que Tiziano pintara para Johannes de Hanna en 1543. Para Ávalos, Tiziano reelaboró su San Nazario del Políptico Averoldi.
Falomir Faus, Miguel, Tiziano, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2003, p.186