Aun podrán servir
1810 - 1814. Sanguina sobre papel avitelado, 164 x 218 mmNo expuesto
En este dibujo y en el de También estos (D04245) Goya nos va a mostrar una de sus críticas más ácidas. Aparentemente ambas representan la recogida de heridos en los enfrentamientos y su traslado por gentes del pueblo al hospital para ser curados, un gesto indudablemente caritativo y patriótico. Si no fuera por los títulos, tal podía ser la explicación evidente del asunto representado. Sin embargo Goya hace gala de una amarga ironía, como dijo Lafuente Ferrari (1952, pp. 61 y 152). Ya en el Desastre 20 titulado "Curarlos, ya otra", Goya apuntó la crítica a la caridad interesada que conlleva la utilización del hombre por el hombre y su trágico destino. Algo de lo que ya se había percatado Mélida casi un siglo antes al decir que «no es esta mira egoísta la que debió mover a nuestros padres a recoger y curar los heridos, no, sino la caridad a que tan acreedores se habían hecho los que exponían sus vidas en defensa de la patria; pero Goya se cuidaba poco de eso». Como comentó Lecaldano "aquí los campesinos han llegado a tiempo de socorrer a los soldados españoles heridos en combate, les esconderán, les curarán, y quien sabe si salvarán. Pero no se trata de un gesto humanitario; el fin es que puestos en pie, como sea, puedan seguir siendo útiles para combatir". La concatenación de estampas entre "Aun podrán servir" y la siguiente "Tambien estos", pone de manifiesto este carácter secuencial de imágenes y títulos, que refuerza por repetición la carga expresiva que Goya trata de transmitir. En la primera de ellas un grupo de civiles socorre a varios soldados a los que reconocemos por sus uniformes. La tragedia que han sufrido está sugerida por las armas caídas en el suelo, inequívoco signo de derrota, de modo muy semejante a como hará años después en el lienzo del Dos de mayo. La escena tiene su continuación en la siguiente estampa, donde los soldados parecen recuperarse de sus heridas. Pero es solo una apariencia engañosa, ya que una mirada atenta permite ver que éstos no son más que un conjunto de cuerpos casi inservibles, algunos incluso inertes en el suelo, del mismo modo que el saco que hay en primer término. La diferencia entre el dibujo preparatorio y la estampa pone de manifiesto un incremento de la precisión representativa, con mayor detalle en la caracterización de los rostros, de los gestos y el vestuario. Los rostros, así como la sombra en la que se desarrolla la escena, ayudan a configurar un ambiente triste, en el que apenas podemos imaginar algo más que los lamentos de los heridos, algunos de ellos atendidos sólo por sí mismos, como el que en primer término se cura la pierna, o la preocupación de los que, con cierto gesto de torpeza, practican un torniquete a un hombre semidesnudo del que, casi vergonzantemente, vemos su trasero. (Texto extractado de Matilla, J.M.: Aún podrán servir, en Goya en tiempos de guerra, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2008, pág. 288)