Enano con un perro
Hacia 1645. Óleo sobre lienzo, 142 x 107 cmNo expuesto
La representación de enanos y bufones, de la que Velázquez fue su principal cultivador, no es un género de creación española. Existen antecedentes en las escuelas europeas, especialmente la italiana y la flamenca, aunque quizá sea el maestro sevillano quien trate a estos personajes con más delicadeza y cariño. La escena se desarrolla en una estancia palaciega con las puertas cerradas. La profundidad espacial se consigue a través de las sombras que producen tanto el personaje humano como el animal. El enano usa un traje cortesano, coloreado con diferentes gamas de tonos marrones y ocres a los que se añade el blanco inmaculado del cuello del vestido y de las plumas del sombrero. Está de pie, sujetando con fuerza la correa de una gran perra mastín, de tamaño muy parecido al suyo, que minimiza más si cabe el tamaño del protagonista del lienzo. El animal es prácticamente el mismo que aparece en la Cacería del Tabladillo de Juan Bautista Martínez del Mazo (Museo del Prado, P002571); este argumento ha sido utilizado por algunos historiadores que quieren ver la mano de este pintor en el lienzo. La pintura sigue suscitando controversias en lo relativo a su autoría y también a la certera identificación del protagonista. Es obra, al parecer inacabada, de buena calidad pictórica, realizada con técnica suelta y largas pinceladas cargadas de pasta, y fechable cronológicamente en torno a 1650. Las ideas de la composición y del espacio son típicamente velazqueñas, si bien los historiadores y críticos consideran que carece de la brillante genialidad del artista sevillano y llegan a observar errores en la representación espacial. No obstante, a pesar de estar fuertemente subrayada la condición de enano del retratado, no se aprecia burla, sino valoración de su personalidad, no exenta de altivez. Es cierto que la pintura sí debe ser analizada como resultado de la influencia de Velázquez en artistas coetáneos e incluso posteriores, en lo que se refiere a la técnica, concepción espacial y captación de la dignidad y de la nobleza de los modelos. El lienzo figura atribuido a Velázquez en los antiguos inventarios de las colecciones reales. Fue en 1925 cuando Allende Salazar insinuó por primera vez que pudiera ser de mano de Juan Carreño de Miranda. La idea ha sido aceptada posteriormente por bastantes historiadores y parece ser en estos momentos la tesis predominante. Otros estudiosos consideran que ha sido pintado por Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno y en ocasiones colaborador de Velázquez. Por lo que se refiere a la identidad del retratado, que hasta ahora nos es desconocida, Moreno Villa se dio cuenta del error de Pedro de Madrazo, que en 1872 sugirió que se trataba de Don Antonio "el Inglés", enano regalado a Felipe III por el duque de Windsor, al comprobar que éste había fallecido antes de 1617, y sugirió, en la creencia de que el autor era Carreño, que fuera o bien Nicolás Hodson o Bodson, traído de Flandes por el duque de Villahermosa, o bien Antonio Mascarelli, genovés, que vivía en el Alcázar entre 1673 y 1693. De momento el enigma no ha podido ser resuelto, y actualmente, después de denominar durante muchos años al lienzo como "Retrato del mal supuesto Don Antonio el Inglés", se ha optado por titularlo "Enano con perro”.
Esplendores de Espanha de el Greco a Velazquez, Rio De Janeiro, Arte Viva, 2000, p.214