Murió la Verdad
1814 - 1815. Sanguina sobre papel verjurado, 148 x 204 mmNo expuesto
Dibujo preparatorio para el Desastre 79, Murió la Verdad. Esta escena, junto con el Desastre 80, Si resucitará? pone punto final a la serie de grabados en la primera edición de los Desastres de la guerra (1863). Pese al aparente desorden que se aprecia en la serie, existe una lógica interna que presenta los temas más o menos agrupados, crea lazos entre las estampas a través de los títulos y plantea secuencias en las que el artista desarrolla con un sentido narrativo sus planteamientos morales sobre la perversidad de la guerra. Las tres últimas estampas de los Caprichos enfáticos, que constituyen el colofón de la serie, mantienen el carácter alegórico, aunque alejadas de la fábula de las anteriores. El contenido político de la secuencia es evidente. Murió la Verdad muestra el cuerpo tendido de una joven mujer, con el pecho descubierto y vestida de blanco, de la que irradia una luz que nos permite ver quiénes y qué actitudes adoptan los que participan en su entierro. A lo largo de los Desastres Goya recurre al cuerpo de la mujer, en ocasiones con marcado carácter sensual, para mostrar la tragedia de la guerra. De nuevo vuelve a ella para representar la alegoría de la Verdad, que todo lo ilumina, a cuya derecha la Justicia, vestida de un modo semejante, llora su pérdida. Por el contrario, un obispo tocado con la mitra parece bendecir su cadáver al tiempo que dos monjes con azadón se disponen contentos a cavar su fosa. Detrás, numerosos clérigos asisten a la escena con mayor o menor interés, y entre ellos, un hombre con los ojos vendados apoyado en un bastón. La crítica a la Iglesia es evidente, y apuntamos una interpretación en clave política referida a la restauración de sus privilegios tras la abolición de la Constitución de 1812 con el decreto de 4 de mayo de 1814. La ilación con la siguiente estampa viene determinada por la pregunta formulada en el título Si resucitará? Dado el carácter irónico de muchos de los títulos de Goya, es posible pensar que el tono esperanzador con el que algunos han interpretado la estampa, no lo sea tanto, y deba ser entendida acorde con el escepticismo que caracteriza buena parte de la última producción del artista. En caso de que la Verdad resucite, allí están de nuevo los seres de la noche, símbolos de la vuelta al Antiguo Régimen, para acabar con ella, mediante su ley y su fuerza, y mantener a los hombres como el que levemente aparece representado tras la luz de la Verdad, amordazados y maniatados (Texto extractado de Matilla, J. M.: Desastre 79. Murió la Verdad/ Desastre 80. Si resucitará?, en: Goya en tiempos de Guerra, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, pp. 346-348).